Muchas veces recuerdo a mi abuelo sentado en una mecedora o en la mesa camilla, con las gafas en precario equilibrio sobre la punta de su nariz y enfrascado en la lectura de un libro. Lo recuerdo muy bien; en verano sentado bajo el sol, en invierno a resguardo, con la única luz de una bombilla en una vieja casa con humedades. Lo recuerdo como si fuera ayer.
Mi abuelo no tenía estudios, sin embargo, se enorgullecía de saber pelar una naranja con cuchillo y tenedor. Nunca estudió nada, de niño sirvió en una “casa rica”, luego la guerra le partió la vida en dos y más tarde se dedicó a un arte ya perdido, era “Ojero”. Seguro que os preguntáis qué es eso, pues mi abuelo se dedicaba a pasear por un campo de naranjas, con los brazos cruzados a la espalda, cogía una naranja de aquí, una de allá, observaba con ojo crítico y calculaba los kilos de naranjas que se iban a recolectar de todo ese campo. Le vi hacer aquello muchas veces, siempre acertó.
Pero si algo le gustaba era leer. Es lo que mejor recuerdo, eso y cuando me llevaba a pasear de niño.
Yo tuve la suerte de heredar todos sus libros, ya que nadie parecía interesado en ellos, eran viejas novelitas, ajadas, de páginas amarillas y crujientes, roídas por la humedad y las ratas, pero con ese encanto tan especial que tienen las cosas viejas. Hoy os quiero contar qué leía mi abuelo, porque eran esas nuestras primeras lecturas, las mías y las de todos los niños que, por aquella época, observábamos a nuestros abuelos leer a la luz de una bombilla en su sala de estar.
Los libros que leía mi abuelo
#1. Robinson Crusoe DESCARGA

Robinson Crusoe es un símbolo del viejo colonialismo inglés, Crusoe actua como si la isla fuese de su propiedad. Joyce vio en el libro el arquetipo del espíritu puritano que impregnó la fundación de Estados Unidos: el hombre hecho a sí mismo.
#2. El último mohicano DESCARGA

La historia se desarrolla durante la guerra franco-india. Aunque nunca ha existido una tribu llamada Mohicana, James Fenimore Cooper, el autor de la obra, fusionó los nombres de dos tribus que sí existen: la mohegan y la mahican para dar nombre a los mohicanos (que luego pasaron al imaginario popular). Una novela que sigue siendo muy popular en todo el mundo, en parte, gracias a su versión para la gran pantalla.
#3. La isla del tesoro DESCARGA

La isla del tesoro nos cuenta la historia de Jim Hawkins, un niño que trabaja junto a sus padres en la taberna del Almirante Benbow. Un día aparece por allí Billy Bones, un extraño marino y cuya única posesión es un cofre. A partir de aquí se desata una serie de acontecimientos a cada cual más peculiar. Piratas, tesoros e islas desiertas. Una delicia para una tarde lluviosa.
#4. Miguel Strogoff DESCARGA

Miguel es el cartero del zar. Tiene en sus manos el destino de la Madre Patria, fuerte como un oso, valiente como un león y decidido a proteger el imperio ruso de la invasión del poderoso ejército Tártaro al mando del Ulay Khan. La de Miguel Strogoff, atravesando las estepas rusas, es una de esas aventuras que recuerdas durante mucho tiempo.
#5. Sandokán DESCARGA

Sandokán es obra del escritor italiano Emilio Salgari. El ciclo de novelas de Los Piratas de Malasia, era un contrapunto a la literatura de aventuras inglesa, que por entonces dominaba el panorama literario. Al contrario que los anglosajones que se enorgullecía de su legado colonial, Salgari con Sandokán critica el colonialismo británico. A Sandokán, príncipe de Borneo, le han arrebatado su trono. Su lucha es contra el imperio Británico, personificado en el “rajá blanco” James Brooke su principal enemigo.
#6. Los tres mosqueteros DESCARGA

La novela de Dumas trata sobre un joven de 18 años, D’Artagnan, que viaja a París para convertirse en mosquetero. D’Artagnan no es mosquetero, sí lo son sus amigos Athos, Porthos y Aramis, inseparables los tres y que viven al lema de: “todos para uno y uno para todos”. Juntos trabajan para proteger al rey Luís XIII de las conspiraciones del cardenal Richelieu (un personaje real).
#7. Los hijos del capitán Grant DESCARGA

#8. Las novelas de Marcial Lafuente Estefanía DESCARGA

¿Quién no recuerda a su abuelo con una de estas en las manos? Mi abuelo devoraba estas pequeñas novelas, recuerdo que las marcaba (para no repetir) y me enviaba a mí a que se las cambiara en el quiosco más cercano.
Eran pequeñas novelas de impresión barata, lo más semejante al Pulp americano que llegó a España. Los abuelos solían comprarlas (a cinco duros cada una), luego, la devolvían y el quiosquero la cambiaba por otra. Al final, sus primeras páginas y la portada estaban tan llenas de marcas que resultaba imposible leerlas.
Ahora te toca a ti, ¿recuerdas qué leía tu abuelo?
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