“La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta”.
No es ningún secreto que la literatura estimula partes del cerebro que desarrollan nuestra capacidad de expresarnos, de ordenar nuestras ideas y de entender al mundo. Para demostrarlo, la Universidad de Virginia publicó un estudio en el que se muestran, momento a momento, las reacciones que va teniendo nuestro cuerpo al abrir un libro e irnos sumergiendo en sus letras e interiorizando la historia.
El primer contacto sensorial con el libro logra una estimulación instantánea. El olor de las páginas, el tacto del objeto, el impacto visual de la tipografía y la ligera adrenalina que provoca la curiosidad de lo que se leerá, crea desde el primer momento una alteración en la homeostasis del lector. Las principales emociones que se experimentan son: entusiasmo al encontrarse con una voz narrativa desconocida, desorientación ante la nueva terminología, resistencia temporal a las nuevas ideas y, en general, un aumento de la actividad neuronal.
El lector se encuentra ya en una nueva realidad, pues experimenta las primeras alucinaciones auditivas y visuales dentro de su cabeza, como si estuviera soñando conscientemente. Hay lectores que incluso afirman haberse sentido transportados a un tiempo o un espacio diferente.
El estado de enajenación del lector le provoca las mismas reacciones que tendría si estuviera viviendo la historia de los personajes él mismo, puede haber risas, dolor, asco, etc. Por instantes se pierde la noción de lo real y lo ficticio, y la conexión con los personajes es tan profunda que el lector realiza pausas periódicas para asimilar los sucesos. Según los expertos de la universidad, el aprendizaje e interiorización de la historia se lleva a cabo de manera íntegra hasta este momento.
Después de una hora durante la cual se sometió a la mente a una realidad alterna, el lector llega a tal estado de catarsis que incluso puede descuidar sus necesidades básicas (olvida comer o dormir). Si se le separa del libro, puede tener arranques de irritabilidad o desorientación.
Horas, días y semanas después
La prolongación de la lectura depende de la extensión del libro y de la intensidad del lector. Pero cuando el libro se acaba, el lector puede experimentar un sentimiento de profunda melancolía e incluso puede sentir el gran deseo de leerlo una y otra vez, intentando revivir las sensaciones que experimentaron la primera. Después de un tiempo de superación, el lector busca en otros libros similares recuperar aquel viejo vicio.
En los próximos años
El efecto que un libro tiene sobre nuestras vidas es irreversible y no se borra con el paso del tiempo. Leer habitualmente nos envuelve en un ciclo virtuoso de iluminación continua, y desarrolla en nosotros una curiosidad intelectual que nos hace ver la realidad desde una perspectiva completamente distinta a la que tendríamos si ese libro nunca nos hubiera atrapado para siempre.
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