Nuestro idioma es considerado, por la mayoría, como uno de los más complicados del mundo, pues posee muchas reglas gramaticales que, al no conocerlas todas, es fácil cometer errores; puede que esto sea una cualidad que convierte al español en una lengua de exuberante riqueza; sin embargo, es complejo hasta para los más estudiosos del idioma.
Debido a esto y a los errores constantes, el idioma se ha limitado a cuestiones muy básicas, por lo que no se ha explorado ni explotado en su totalidad; en consecuencia, provoca que se pierdan partes importantes de él; situación sumamente triste si consideramos que es el idioma por medio del cual nos comunicamos, además de ser uno de los más bellos si se utiliza con todos sus matices.
El hecho de no entender y/o ignorar las posibilidades y reglas constituye lindes en la expresión humana y, por lo tanto, en la interacción que se tiene con los demás. Por esta razón, debemos interesarnos por conocer algunas de las normas principales, pues existen muchas singularidades que ignoramos, pero que es necesario poner en práctica para eliminar los vicios más comunes que tenemos al hablar o escribir.
Corresponde al acto de alterar las palabras, ya sea por cambiar, quitar o agregar letras; los clásicos “haiga”, “cercas” —para referirse a la distancia— y todas las palabras que se tiene la costumbre de alterar sin la menor preocupación hasta hacerlas de uso cotidiano son el producto de este vicio del lenguaje.
En un sentido más purista los extranjerismos también entran en la categoría, por tanto, palabras como “show”, “random” o “vedette” que últimamente han pasado a ser parte del vox populi deben evitarse, aún si suena pretencioso, en medida de lo posible.
2. Pobreza del lenguaje
Las palabras “cosa” y “algo” suelen dar un sentido, en el lenguaje, de vagancia y anonimato que no cuenta. Claro que su uso y, sobre todo, su abuso, refiere a la pobreza en el léxico; esto es debido a la falta y/o desconocimiento de términos que lo enriquezcan; sin embargo, no se debe demeritar su existencia dentro del contexto comunicativo, pues cumplen funciones importantes tales como suplir a otras palabras o modificar el tono del mensaje, porque no es lo mismo pensar, por ejemplo, que “Pepe está loco” a decir que “Pepe está algo loco”. Como se puede notar, la primera es una sentencia sin salida mientras que la segunda, al ser más suave, ofrece esperanzas todavía.
Al margen de los usos que se le pueden dar a las palabras se recomienda mesura, pues el exceso llega a provocar vicios muy fuertes.
3. Solecismo
Este vicio sucede de manera común debido al incorrecto acomodo de las palabras, de tal suerte que, al final, terminan siendo una incoherencia. Ejemplos de ello abundan: “¿Te recuerdas?”, “en base a” en lugar de “¿Te acuerdas?” y “con base en”; también es preciso saber que se incurre en el solecismo al preceder un artículo como “las”, “los”, “la”, “el” a los nombres propios, pues hacer esto da como resultado las siguientes oraciones: “El Juan y la Tere…”, etc.
Este vicio sucede de manera común debido al incorrecto acomodo de las palabras, de tal suerte que, al final, terminan siendo una incoherencia. Ejemplos de ello abundan: “¿Te recuerdas?”, “en base a” en lugar de “¿Te acuerdas?” y “con base en”; también es preciso saber que se incurre en el solecismo al preceder un artículo como “las”, “los”, “la”, “el” a los nombres propios, pues hacer esto da como resultado las siguientes oraciones: “El Juan y la Tere…”, etc.
De igual manera, ocurre que el solecismo se presenta por falta de concordancia en número o género, es decir, al combinar plural y singular o masculino y femenino.
4. Pleonasmo
Es el sentido reiterativo. Consiste en sobre explicar o señalar lo evidente. Existen tantos ejemplos que se han convertido en uso común, pero que pasan desapercibidos. Por ello es importante prestarle más atención de la debida porque pueden tomarse como frases ya hechas y, por lo tanto, ser más difíciles de evitar.
Como los siguientes ejemplos: “ven para acá”, “sube para arriba”, “baja para abajo”, “lo vi con mis propios ojos”, “negro azabache”, etc.
5. Cacofonía
Consiste en la inarmonía del sonido en las palabras por un sonido repetitivo o monótono. El clásico “hice un verso sin esfuerzo” puede entrar en la cacofonía. Esta puede corresponder a ciertos usos literarios, aunque es recomendable que se eluda. En otras variantes no tan sofisticadas se incurre en este vicio del lenguaje por asuntos tan simples como: “Luis o Óscar” y “María y Inés”, lo cual puede ser solucionado sencillamente con una sustitución o un reacomodo en los elementos de la oración.
Por desgracia, así de importante como es, la lengua en nuestros días ha llegado a ser una materia infravalorada a la que no se le otorga el reconocimiento suficiente o debido; afortunadamente todos estos vicios tienen solución.
Al inicio, será difícil aprenderse todas las reglas y disposiciones de la lengua, pero con el tiempo y, por qué no, con la ayuda de unos buenos libros y un diccionario, todo puede volverse más sencillo e incluso más disfrutable.
Lo importante es entender y atender al lenguaje con el cual vivimos a diario, no sólo porque es muy útil comprenderlo para poder expresarnos, sino que es parte importante, cotidiana y fundamental de la existencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario