La insoportable levedad del ser: el libro y la adaptación a película
A quien no le ha pasado que esta leyendo un libro y se mete tanto en la historia que le da alegría cuando los amantes se reencuentran, nos llenamos de nervios cuando estan por encontrar la pista que solucionará el misterioso asesino, lloramos cuando un personaje bueno está muriendo, nos reímos de las anecdotas chistosas o incluso puede darnos un vuelco en el corazón cuando dos amantes se separan tragicamente o cuando se comete una injusticia. Estas y muchas más emociones sentimos cuando leemos, también sentimos que nos transportamos al lugar donde se narra la historia y nos encariñamos tanto con los personajes que los llegamos a extrañar cuando llegamos al fin del libro.
Esto sucede porque cuando leemos vamos imaginado las descripciones que nos hacen las palabras sobre la forma de las cosas. Esto también sucede cuando nos cuentas un relato un amigo, vamos hilando las palabras de la otra persona con imágenes, pero esas imágenes tienen que salir de algún lado, y de donde salen es de lo que hemos guardado en nuestra memoria. Imaginar es casi igual que Recordar porque la información está guardada en el mismo sitio de nuestro cerebro: La Memoria.La diferencia está en el proceso de sacar la información de la memoria para la función que se quiera emplear (no olvidemos que es información que vamos adquiriendo de nuestra propia experiencia y vivencias) será distinta de acuerdo a los fines de cada una: para recordar vamos a ir uniendo la información hasta tener el recuerdo claro, en cambio, para imaginar nos valemos de las imágenes de nuestra memoria para crear acontecimientos que no hemos experimentado ni vivenciado.
Bueno, regresando al tema de los libros y los relatos, vamos a usar la Imaginación porque solo así vamos a poder comprender las palabras ajenas puesto que no somos nosotros quienes vivenciaron la experiencia. La imaginación como ya lo explique, va a sacar las imágenes de la memoria.
Ahora, sabiendo este proceso cognitivo comprenderemos porque es tan descepcionante haber leido un libro y despúes ver su adaptación en película. Inevitablemente diremos que la película no era tan buena como el libro, claro, porque en el libro imaginamos la historia usando nuestros propios recursos sacados de la memoria, retazos de recuerdos de nuestra experiencia para ponerlos en la historia y así poder comprenderla, en cambio, en la pelicula el director escogió a los actores que nada se parecen a lo que imaginamos, el staff de escenografía decora la casa y la ciudad de la historia muy distinta a como pensabamos que era, nos ponen a los galanes tan poco atractivos a como los habíamos imaginado o a la chica despampanante nos parecerá poco agraciada. De esta manera terminaremos de ver la película un tanto descepcionados, sentiremos la adaptación como mal hecha, desabrida, los personajes nos parecerán ponerle poco “feeling” y al final la historia terminará por parecernos ajena a lo que es el libro y diremos “Es un asco lo que hicieron con la historia”
En cambio, si primero vemos la pelicula y después leemos el libro nos pasará lo contario: cuando estemos leyendo nos será inevitable no recordar escenas de la película, poner la cara del actor al personaje del libro, decorar la casa y ciudad como la vimos en la pelicula en el momento en que estemos traduciendo las palabras a imágenes y nos será muy difícil poder imaginarlo de otra manera ya que nos regresará las imagenes que el cine elaboró para la historia del libro.
Por supuesto, que con esto comprenderemos un poco mas sobre la mente y el poder que esta tiene para deformar la realidad y formar creencias cuando la realidad no es así.
PINTURA ERNEST DESCALS. Página web: http://www.ernestdescals.com/
En lo personal tengo mis experiencias con mis respectivas descepciones cuando descubrí que la realidad no era como lo habia imaginado mi cerebro: cuando ví las adaptaciones al cine de mis dos libros favoritos y cuando descubrí que París era muy distinto al que me contaban en las películas y libros. Me topé con una ciudad que no era tan elegante, ni romántica, ni limpia y nada de bohemia. Mi primera vez en París fue en diciembre, estaba muy emocionada por estar en el lugar tantas veces fantaseado, pero me encuentro con una ciudad distinta. Sólo hasta que comprendí que su belleza no radicaba en el cliché que por años el cine ha hecho de esa ciudad y de sus habitantes pude encontrarla bella: el secreto para verlo hermoso radica en la actitud con que te encuentres y te aventures a descubrir el lugar, conociendo sus datos históricos y hechos interesantes para poder imaginar y sentir la esencia de cada rincón y comprender la transición de la ciudad para ser lo que es en la actualidad. Bueno, cuando regresé a París en otro viaje me reí de mí misma por haberme disgustado por no haber encontrado a gente elegante en su vestir, restaurantes elegantes y hombres y mujeres guapos. Ah, y además por no haber encontrado a un van Gogh, Picasso, Toulouse Lautrec ni a un Baudelaire, ni un Matisse y menos a una Edith Piaff ni a ningún otro famoso inmortal caminando junto al Sena o sentado en una terraza bebiendo vino. No los encontré pero si pude sentir la emoción al saber e imaginar que ellos habían estado caminando donde ahora, 110 años después yo estaría caminando e inspirándome para crear cosas nuevas para mi vida, solo así pude recrear el ambiente del París que quería ver.
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