martes, 20 de diciembre de 2016

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Breaking Bad que muestra por qué la sociedad está destinada a destruirse

“Breaking Bad” lleva al poema a un nivel mucho más profundo y trágico. Quiso excederse, tal como dice el poema, pero en su intento, destruyó todo por lo que trabajó, arriesgando su vida y la de su compañero. Muestra un perfil más personal del poema; los motivos individuales nos pueden llevar más lejos, pero al mismo tiempo como sociedad seguimos adelante sin considerar si vale la pena. Un motivo existe dentro de la mente de los humanos que tenemos la necesidad de innovar año tras año, pero ¿hasta qué punto llegaremos? No es absurdo considerar que en un momento determinado todo pueda llegar a destruirnos. La segunda referencia de Ozymandias nos puede ayudar a averiguarlo.


En la icónica novela gráfica “Watchmen”, escrita por Alan Moore, el autor incluyó un personaje apodado Ozymandias dentro de la historia. Con un atuendo referente a Egipto y actitud seria, el personaje pronto se convierte en el primer sospechoso de tratar de deshacerse de los Watchmen, grupo vigilante del que alguna vez fue miembro. La historia gira alrededor de un enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y Rusia en medio de la guerra fría mientras que los superhéroes encapuchados son perseguidos. Ozymandias planea engañar a los dos gobiernos que pueden destruir al mundo, salvar millones de vida asesinando a otros cuantos y culpar a sus compañeros, creando así unidad en la civilización a partir del miedo como resultado.


La historia presenta un dilema moral. Salvar una mayoría matando una minoría o dejar que todos mueran. Ozymandias porta su nombre como sombra, pues es llamado rey de las cenizas en una pista que sugiere el final. El villano siente el deceso de los millones que dejó partir, aunque sabe que es para un futuro más optimista, pero ¿en verdad lo es? Si Estados Unidos y Rusia comenzaran la guerra nuclear, el mundo estaría destrozado a causa de sus intereses y si Ozymandias salvó al planeta, sólo está postergando el ineludible destino. La humanidad avanzará hasta la destrucción y nadie lo puede ver con claridad.



El poema traducido:
Conocí a un viajero de una tierra antigua
que dijo: «dos enormes piernas pétreas, sin su tronco
se yerguen en el desierto. A su lado, en la arena,
semihundido, yace un rostro hecho pedazos, cuyo ceño
y mueca en la boca, y desdén de frío dominio,
cuentan que su escultor comprendió bien esas pasiones
las cuales aún sobreviven, grabadas en estos inertes objetos,
a las manos que las tallaron y al corazón que las alimentó.
Y en el pedestal se leen estas palabras:
“Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!”
Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia
de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas
se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas»
Ozymandias es el rey de las cenizas y Walter White también, en cierta forma. Más allá de esas metáforas, debemos considerar que es posible que un día todo desaparezca. Lo que conocemos se irá, no frente a nuestros ojos, sino después de que partamos a otro plano. Lo que construimos alrededor desaparecerá y si lo vemos de un ángulo mucho más trágico, notaremos que todo lo que trabajamos durante nuestra vida tiene el mismo destino. Así estemos en los libros de historia, un día esas hojas ya no existirán.



El poema está basado en el arribo de los restos de una estatua de Ramsés II, no en su imperio, pero aún es imposible no tornarse fatalista ante ese pensamiento. Aunque Ramsés vio su imperio prosperar al momento de su muerte, no estaba en su mente el hecho de que una escultura suya llegaría a manos de una civilización completamente diferente a la que él lideró. Es una rueda que seguirá girando hasta que rompa y nosotros somos los ratones que la hacemos girar.
El poema original:
I met a traveller from an antique land
Who said: Two vast and trunkless legs of stone
Stand in the desert. Near them, on the sand,
Half sunk, a shattered visage lies, whose frown,
And wrinkled lip, and sneer of cold command,
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamped on these lifeless things,
The hand that mocked them and the heart that fed:

And on the pedestal these words appear:
‘My name is Ozymandias, king of kings:
Look on my works, ye Mighty, and despair!’
Nothing beside remains. Round the decay
Of that colossal wreck, boundless and bare
The lone and level sands stretch far away.


Reyes, gobernantes, trabajadores, artistas, mecánicos, plomeros, todos serán ceniza y no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

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