lunes, 21 de noviembre de 2016

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libros para no leer en lunes

El lunes ha sido declarado por consenso tácito el día más largo de la semana laboral; símbolo del Godínez, dolorosa reinauguración de la rutina, pesado botón rojo que pone en marcha una vez más el mecanismo oficinesco. Como sabemos que sobrevivirlo es difícil para muchos, dejamos aquí cinco anti-recomendaciones que deberían tomarse en cuenta:

Recursos humanos (2007), de Antonio Ortuño.

Gabriel Lynch es un oficinista resentido que sueña con ascender a los cielos de la empresa; para ello ha puesto la mira en Constantino, su jefe, que conquista mujeres con chistes sobre sus desajustes intestinales y parece tener toda la suerte que a Lynch le falta. Esta novela escrita por el tapatío Antonio Ortuño, finalista del Premio Heralde de Novela, es una historia sobre la ambición, pero también sobre ese microcosmos en el cual nadie es amigo de nadie, todos buscan subir por el elevador empresarial y las mujeres son objetivos políticos.
Ampliación del campo de batalla (1994), de Michel Houellebecq

Un ingeniero informático treintón, de un temperamento que recuerda al Mersault de Camus, está encargado de ofrecer a potenciales clientes lo último en las nuevas tecnologías que a él mismo no le causan la menor emoción. El viaje forzoso a una provincia francesa le presenta el panorama perfecto para observar el “campo de batalla” de la sociedad contemporánea, en la cual el modelo neoliberal se extiende desde el plano económico hasta el sexual, con sus ganadores y perdedores, estos últimos confinados a una vida miserable justificada por el sistema. Michel Houllebecq, autor también de la gran Las partículas elementales y recientemente ganador del Premio Goncourt por El mapa y el territorio, es uno de los novelistas franceses contemporáneos más notables.
El libro vacío (1958), de Josefina Vicens

Josefina Vicens se coló con éxito en la literatura mexicana del siglo XX con sólo dos novelas: Los años falsos, y El libro vacío. Ésta última narra la vida del insulso José García, un empleado que en sus ratos libres guarda la ambición de escribir un libro. Para ello tiene dos cuadernos: uno en el que toma notas, fragmentos de su vida, sus amores de oficina, sus anhelos frustrados y los de sus cercanos, mientras busca las palabras para trasladar sus ideas al segundo cuaderno, que siempre está en blanco. Esta novela sobre el vacío existencial del hombre promedio le valió a su autora el Premio Xavier Villaurrutia.
13,99 euros (2000), de Fréréric Beigbeder

Octave Parango es un escritor publicitario con brillante futuro. Pero, hastiado del trabajo y del medio en que se desenvuelve, decide escribir un libro para exhibir los sucios rincones del gremio publicitario y la manipulación consumista, con el fin de que lo despidan. El autor francés escribió esta novela basándose en su propia experiencia en las agencias de publicidad, un mundo que, según él mismo asegura, “todos hemos dejado crecer por despecho”.
El proceso (1925), de Franz Kafka

Josef K, oficinista de un importante banco de la ciudad con una carrera ascendente, es arrestado una mañana por una razón que desconoce. A partir de entonces, tendrá que defenderse de algo que no sabe qué es, luchando con una justicia ambigua que lo adentra en instancias cada vez más confusas y de argumentos cada vez más inverosímiles, aunque no menos legales: esta novela inconclusa pone en marcha el terremoto kafkiano que cimbra la rutina, el miedo de cualquier empleado competitivo.

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