El respeto a la ortografía y el uso
preciso del lenguaje es un arte que pocas personas dominan. Cuando damos
un paseo por las calles, escuchamos y leemos errores, nos reímos, los
criticamos, incluso los compartimos en nuestras redes sociales. Es
cierto que la gráfica y habla popular —casi siempre— nos regalan gratos
momentos de diversión; sin embargo, vale la pena recordar que nosotros
tampoco estamos exentos de cometer esta clase de crímenes que preferimos
llamar tropezones.
A manera de
excusa, podemos argumentar que todo se deriva de la evolución constante
del lenguaje, pues siempre surgen palabras y expresiones nuevas.
Pronunciamos en automático y también replicamos errores familiares que
vienen de generaciones atrás. No todo es nuestra culpa, muchos de los
errores que cometemos los llevamos en la sangre. Metaplasmos,
solecismos, eufemismos, no hay excusa, debemos corregirlos y un listado
como el que compartimos a continuación puede ser el primer paso hacia la
apreciación de la belleza detrás de la lingüística.
Fitzgerald evitaba escribir “criticism y definite” porque temía escribirlas mal. Tampoco sabía escribir de forma correcta el nombre de su mejor amigo Hemingway, a quien normalmente acuñaba como “Earnest Hemminway”. Incluso el premio Nobel de literatura W. B. Yeats confundía “feal” con “feel” y “steal” por “steel”. Faulkner y Jane Austen fueron otros de los escritores que dudaban al plasmar sus pensamientos en el papel.
Muy bien.
ResponderEliminarEn general buen artículo. Pero, banqueta si existe.Si te apoyas en la RAE para tu afirmación, notarás que se admite la acepción de "orilla de la calle", por su uso generalizado en México y Guatemala. Mas aun. Si de cualquier modo no aceptas esta definición para la mencionada palabra, continúa existiendo con otras definciones. Lo que me pareció exagerado, es que se diga que lapalabra no existe, pero quizá, ese es un tema controvertido.
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