martes, 19 de julio de 2016

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10 técnicas que utilizan los medios de comunicación para manipularte

El verdadero poder cae directamente en las manos de los directores de la mass-media”. Dijo alguna vez Licio Gelli, el agente italiano de la logia masónica y neofascista Propaganda DueEl titiritero siniestro, como le llaman en Italia, a pesar de ser repudiado tanto por sus técnicas maquiavélicas como por los escándalos en los que se vio involucrado, tuvo razón al darse cuenta de que el control de los medios de comunicación sería la vía para someter y dominar a su país.

            Desde que los medios de comunicación se convirtieron en prácticamente un derecho para todo ciudadano del globo terráqueo, éstos han jugado un papel clave en la faena por moldear la opinión general. ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo? ¿Qué comprar y qué no comprar? ¿Cómo debo verme? ¿A dónde ir? ¿Cómo debería enamorarme? ¿Cuándo debo comenzar una familia? Sería tal vez un buen momento para preguntarnos cuántas de nuestras decisiones o posiciones ideológicas se ven afectadas por lo que nos indica la propaganda, la televisión o el Internet.
            Los medios de comunicación masiva han desmantelado movimientos sociales que avanzaban con las mejores intenciones, han justificado guerras, establecido dogmas sociales y marcado una línea gruesa entre lo que está bien y lo que supuestamente está mal en la mente de la mayoría. Es por esto que Noam Chomsky, el lingüista estadounidense del MIT, un intelectual conocido mundialmente por su visión crítica e inflexible, ha descubierto diez técnicas primordiales utilizadas por los directivos de los medios de comunicación para manipular a su público.
 1. La estrategia de la distracción
Este elemento, siendo el número uno, es la técnica fundamental del control social. Si hay algo relevante que puede poner en juego la reputación de algún exponente poderoso, o que posiblemente no agrade a los civiles, no hay nada mejor que encontrar algo llamativo que capture la atención del público y lo haga dejar de pensar en lo que en serio importa. Hay que empapar al público con pequeñas distracciones insignificantes y continuas, una tras otra y otra. ¿Y el tiempo de reflexión? Eso en el mundo de la comunicación masiva no existe.
            “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real”. Nos explica Chomsky, en su texto Armas silenciosas para guerras tranquilas.
 
2. Problema-reacción-solución
Y me atrevo a decir que esta es la más perversa de las estrategias. Así como su mismo nombre lo indica, uno de los secretos reside en crear problemas para después ofrecer soluciones. Se crea una complicación que causará, sin lugar a dudas, una reacción negativa en el público para después presentar a un héroe que parece con capa roja y súper poderes para liberarnos de la tragedia. Si hay una crisis económica aceptaremos un deterioro en los derechos laborales y humanos. Si crece el nivel de violencia, nosotros mismos pediremos más leyes de seguridad y suplicaremos que se incrementen los castigos y las penas.
            ¿Qué tan fácil se desató la crisis? ¿Qué tan repentina fue la catástrofe? Bueno, no está de más preguntarnos esto de vez en cuando.



3.  La estrategia de la gradualidad
¿Quieren que se logre llevar a cabo una medida social, política o económica inadmisible? No es tan difícil, sólo hay que aplicarla de poquito en poquito. Así no nos daremos cuenta de qué es lo que está pasando y una vez que miremos atrás, tal vez unos diez años al pasado, veremos con claridad ese cambio tan radical que se fue efectuando gradualmente.
            Un ejemplo de esto podrían ser los cursos de filosofía o literatura cada vez menos frecuentes en la lista de materias obligatorias para alumnos de escuela elemental. La materia primero se aplicaba a todos por igual, después se convirtió en una especie de optativa y ahora está prácticamente erradicada del programa.

4. La estrategia de diferir
Cuesta trabajo, sí, pero es necesario y a la larga gracias a ese esfuerzo que hoy parece insoportable estaremos mucho mejor. ¿Será cierto? ¿Tendrá fin ese túnel? Si se planea un deterioro en algún aspecto de la vida en sociedad, las razones de éste saldrán a la luz tan pronto como sea posible, antes de que el problema construido sea irrefutable.
             Si el sacrificio es a futuro será mucho más fácil de asimilar que uno que venga inmediato, de la nada. Se tiene siempre la esperanza de que ese esfuerzo será recompensado con un futuro mucho más próspero. Valdrá la pena tolerar hoy la inseguridad extrema en la que estamos hundidos, ya que se estima que en unos diez años la realidad será mucho mejor, nos dicen.
 5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad
“Pongo mi voz de bebé siempre que estoy en televisión, es automático”. Comentó alguna vez Paris Hilton y no basta más que verla en su más reciente reality, My New BFF para darnos cuenta de ello.
            ¡El famoso Baby talk! Una gran parte del material que ofrecen los medios de comunicación de masas se crea con argumentos, personajes, narraciones y entonaciones más bien infantiles, simplísimas. Si se desea anunciar alguna noticia desagradable, no hay nada mejor que hacerlo de manera vaga, de manera que no se pueda llegar a ninguna reflexión crítica. Al plantear estas situaciones de manera protectora y condescendiente, el público borrará la duda, el cuestionamiento.
            “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos”. Chomsky.

 
6. Utilizar la emotividad mucho más que la reflexión
Tocar el lado sensible del espectador siempre funciona. Pensemos en los concursos de canto que últimamente se han puesto tan de moda. Los concursantes tienen siempre un pasado arduo. Son huérfanos o abandonados, en pobreza, con algún miembro de la familia sufriendo de alguna enfermedad terminal, o incluso ellos mismos sufren de alguna imposibilidad física. ¡No sé, lo que sea que se les venga a la mente! Así dejamos a un lado la objetividad y en vez de preferir al mejor cantante, muy en nuestro interior, deseamos que gane el desdichado para que su situación mejore.
            El pensamiento crítico, y la emotividad, la pasión, jamás se han llevado muy bien que digamos. Uno es la antítesis del otro. Al ahogar con sentimientos el análisis racional y crítico, es mucho más fácil el acceso a la mente para plantar ideas, deseos, miedos etc. 

7. Promover la ignorancia
No saber o no querer saber: ignorancia. Si somos incapaces de conocer los métodos utilizados para el control de las masas, claro, nos manipularán sin que nos demos cuenta. Mientras más ignorante sea el pueblo, más fácil será convencerlo. Jamás se abrirá espacio a una reflexión digna social y económicamente hablando, porque no conviene que la noción crítica del público crezca. Así no habrán preguntas, así no habrán desacuerdos y todos asentirán a la vez, como si fuera una coreografía social.

8. Promover la mediocridad
 “Eres una persona promedio, no tienes que preocuparte por problemas de relevancia social, económica, ecológica, etc. Ese ya no es tu campo de acción, hay alguien mucho más capaz encargándose de ello”. 
            Convencen al público, dice Chomsky, los hacen creer que está de moda el hecho de ser estúpido, vulgar o inculto.
 9. Reforzar la culpabilidad
Si la persona cree que él mismo es el culpable de su propia desgracia, a causa de su falta de inteligencia o su limitada capacidad, entonces no culpará a nadie más. Como ejemplo están esos libros de autoayuda que te garantizan que tú y solamente tú eres autónomo de tu propio destino y puedes salir adelante sin tomar en cuenta el contexto en el que vives.
            En vez de que haya una rebelión contra el sistema político o económico, la persona se desmotiva y se culpa. Pero esto no solamente tiene un efecto individual, sino que desmorona el sentido de solidaridad. Si creemos que una persona sufre por sus mismos errores y no por las circunstancias, entonces la empatía se verá reducida de manera significativa. 

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos se conocen
Son pocas las personas que gozan de una educación completa y de calidad. Los medios de comunicación promueven la ignorancia con temas superfluos, vagos y exageradamente emotivos. Somos pocos los que gozamos de una educación de calidad que nos permita descubrir cuáles son los efectos de todas estas estrategias en la mente humana. Materias como la sociología, la psicología aplicada, la economía o la neurobiología, entre muchas otras, nos enseñan cuáles son las actitudes típicas del ser humano ante ciertas situaciones. Los conocemos, incluso más de los que la mayoría logra conocerse.
            El sistema, por su parte, se dedica a la perene tarea de conocer los efectos que la información que sueltan por televisión, la radio o incluso el Internet, tiene sobre su público. Y se habla cínicamente de la libertad individual.    

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