Adaptar reconocidas obras literarias al lenguaje del séptimo arte se ha convertido en una actividad llevada a cabo frecuentemente en el vasto universo cinematográfico. Populares sagas literarias, novelas o incluso pequeños cuentos encontraron en el cine una vía alterna para narrar sus historias a través de actores de carne y hueso que dieron vida a esos personajes más allá de sus páginas.
Si bien escribir una novela es una actividad muy distinta a la de elaborar un guion cinematográfico, tomando como base un libro, las comparaciones a veces son inevitables, suscitando a múltiples críticas hacia las marcadas diferencias que puede haber entre un texto y su respectiva versión cinematográfica.
Es una labor complicada condensar una historia que se desarrolla en varias páginas en tan sólo unas cuantas horas de metraje, por lo que es normal que la fidelidad con la trama se vea corrompida al momento de hacer un ajuste para el guion en pantalla. Si bien en las páginas el autor puede narrar a través de extensos capítulos la evolución de un acontecimiento o de un personaje, los tiempos en el cine no son óptimos para mostrar todo ese progreso, por lo que se percibe que algunos pasajes se desarrollan o resuelven de golpe, restándole intensidad a lo que se narra.
Ejemplos de grandes adaptaciones sobran. La película de El Padrino es considerada una obra maestra de la cinematografía, en cuyo guion estuvo involucrado el escritor Mario Puzo-autor de la novela- y que continúo la historia directamente en la pantalla grande con El Padrino II, sin que existiera una novela como materia prima. El Señor de los Anillos, El Silencio de los Inocentes y Lo Que El Viento Se Llevó también han sido adaptaciones inmortalizadas dentro del séptimo arte.
Incluso han existido aquellos libretos que se tomaron sus respectivas libertades, cambiando la forma en que se desarrollan algunos acontecimientos respecto a la original trama. Ejemplo de ello es el filme El Resplandor, de Stanley Kubrick, que a pesar de estar basada en una de las novelas más aclamadas de Stephen King, alberga unos cuantos cambios que desencadenaron el descontento del autor, a pesar de ser considerada como una de las mejores cintas de terror de todos los tiempos.
Si bien escribir una novela es una actividad muy distinta a la de elaborar un guion cinematográfico, tomando como base un libro, las comparaciones a veces son inevitables, suscitando a múltiples críticas hacia las marcadas diferencias que puede haber entre un texto y su respectiva versión cinematográfica.
Es una labor complicada condensar una historia que se desarrolla en varias páginas en tan sólo unas cuantas horas de metraje, por lo que es normal que la fidelidad con la trama se vea corrompida al momento de hacer un ajuste para el guion en pantalla. Si bien en las páginas el autor puede narrar a través de extensos capítulos la evolución de un acontecimiento o de un personaje, los tiempos en el cine no son óptimos para mostrar todo ese progreso, por lo que se percibe que algunos pasajes se desarrollan o resuelven de golpe, restándole intensidad a lo que se narra.
Ejemplos de grandes adaptaciones sobran. La película de El Padrino es considerada una obra maestra de la cinematografía, en cuyo guion estuvo involucrado el escritor Mario Puzo-autor de la novela- y que continúo la historia directamente en la pantalla grande con El Padrino II, sin que existiera una novela como materia prima. El Señor de los Anillos, El Silencio de los Inocentes y Lo Que El Viento Se Llevó también han sido adaptaciones inmortalizadas dentro del séptimo arte.
Incluso han existido aquellos libretos que se tomaron sus respectivas libertades, cambiando la forma en que se desarrollan algunos acontecimientos respecto a la original trama. Ejemplo de ello es el filme El Resplandor, de Stanley Kubrick, que a pesar de estar basada en una de las novelas más aclamadas de Stephen King, alberga unos cuantos cambios que desencadenaron el descontento del autor, a pesar de ser considerada como una de las mejores cintas de terror de todos los tiempos.
De hecho, el propio King se encargó de escribir el guion de una miniserie basada en dicha novel,a que aunque estámás apegada al texto, siempre quedará a la sombra de la película que es considerada un clásico. Quizá sea uno de los pocos casos en los que la imprecisión del filme superó la fidelidad de la serie adaptada por su propio autor.
Con el paso del tiempo se decidió aprovechar una vía alterna que permitía adaptar los libros al lenguaje cinematográfico con mayor precisión y fidelidad: las series de tv. Así como en los libros algunas evoluciones se muestran paulatinamente con el pasar de las páginas, las series de tv también permiten diseccionar el desarrollo de esos cambios con los capítulos que componen una temporada. Esa es una ventaja que ofrece la televisión con respecto al cine, pues mientras en la pantalla grande el argumento de una novela o una saga deben ser compactados en escasas horas de metraje, las series de tv permiten manejar tiempos más parecidos a los que se manejan en el vasto mundo de la literatura.
Exitosos best sellers prefirieron encontrar su versión de carne y hueso en la pantalla chica, antes que en las salas de cine. Uno de los ejemplos más llamativos es la saga literaria Canción de Hielo y Fuego, conocida popularmente como Juego de Tronos, una de las series reinas del imperio HBO.
La gran cantidad de tramas y de personajes que alberga esta novela (que ha llegado a presentar al menos 31 puntos de vista diferentes) encontró una vía muy factible en la televisión para narrar tan extensa historia, pues se pudieron desarrollar detalladamente todos los argumentos presentados en el libro y mostrar esa evolución que ocurre con los personajes capítulo a capítulo, pues un tomo compone una temporada habitualmente (aunque ha habido volúmenes que se dividen en dos temporadas), tiempo suficiente para que los guionista puedan narrar todo a detalle y, de esa manera, las acciones llevadas a cabo por los personajes así como ciertos acontecimientos se perciban razonables de acuerdo al modo en el que se despliega la historia.
Así mismo, el hecho de que el show sea transmitido en un canal tan poco conservador como es HBO, permite mostrar polémicos pasajes del libro sin censura alguna, situación que padecen algunas adaptaciones al momento de ser traducidas a la pantalla grande por el temor de las repercusiones que pudiera traer esto en taquilla (además de querer esquivar la clasificación R). Juego de Tronos no tiene inconveniente alguno en mostrar fuertes secuencias de violencia o sexo que logran reforzar la identidad que posee la novela, cuando probablemente en una adaptación al cine esto se perdería.
Y si los vampiros gozaron de una muy buena ráfaga de popularidad en cine con las adaptaciones de la sagaCrepúsculo, o las diferentes adaptaciones de la novela Drácula, de Bram Stocker ; la televisión también ha sabido aprovechar el boom de dichos filmes para situar a estos sombríos seres en el centro de los reflectores del rating, adaptando dos novelas que sin alcanzar las cotas de popularidad de los libros de Setphanie Meyer, también cuentan con fieles seguidores. Se trata de The vampire diaries y True Blood.
La primera se trata de una serie basada en la saga del mismo nombre, dirigida principalmente para el público adolescente. Debido a la cantidad de sucesos que tienen lugar en cada uno de los tomos, una adaptación al cine se hubiera antojado como complicada, pues la trama entremezcla presente y pasado, por lo que en una versión cinematográfica se hubieran sacrificado varios detalles imprescindibles que ocurren en el tiempo pasado.
La segunda serie es más dirigida al público adulto; es en realidad una muy libre adaptación de la saga compuesta por 13 libros: The Southern Vampire Mysteries. El caso de True Blood podría ser más bien un ejemplo de cuando los creadores del show sólo toman la base del argumento y los personajes principales para trazar una historia diferente, ya que varios personajes secundarios y tramas son creación de los guionistas de la serie, por lo que al momento de adaptar las novelas se realizan diversas modificaciones con las que se altera el sentido de la original historia, hay quienes incluso afirman que la serie es más rica en matices que los propios libros. Curiosamente no es la primera vez que HBO (canal en el que se produce True Blood) hace una libre adaptación de un libro, pues la exitosa serie Sex and the City es una libre adaptación de la novela del mismo nombre.
Hubo productores un poco más ambiciosos que se dispusieron adaptar uno de los más destacados best sellers de Ken Follet: Los Pilares de la Tierra. Las más de mil 300 páginas que componen la novela hubieran sido imposibles de ajustar en los lapsos de la pantalla grande, y aun así fue un reto adaptar tan extenso libro, pues fue escrita para una miniserie de 8 capítulos, dejando fuera importantes pasajes y subtramas del texto original, cuando quizás una novela de ese calibre sólo hubiera podido ser adaptada fielmente en una serie de al menos tres temporadas.
Con el paso del tiempo se decidió aprovechar una vía alterna que permitía adaptar los libros al lenguaje cinematográfico con mayor precisión y fidelidad: las series de tv. Así como en los libros algunas evoluciones se muestran paulatinamente con el pasar de las páginas, las series de tv también permiten diseccionar el desarrollo de esos cambios con los capítulos que componen una temporada. Esa es una ventaja que ofrece la televisión con respecto al cine, pues mientras en la pantalla grande el argumento de una novela o una saga deben ser compactados en escasas horas de metraje, las series de tv permiten manejar tiempos más parecidos a los que se manejan en el vasto mundo de la literatura.
Exitosos best sellers prefirieron encontrar su versión de carne y hueso en la pantalla chica, antes que en las salas de cine. Uno de los ejemplos más llamativos es la saga literaria Canción de Hielo y Fuego, conocida popularmente como Juego de Tronos, una de las series reinas del imperio HBO.
La gran cantidad de tramas y de personajes que alberga esta novela (que ha llegado a presentar al menos 31 puntos de vista diferentes) encontró una vía muy factible en la televisión para narrar tan extensa historia, pues se pudieron desarrollar detalladamente todos los argumentos presentados en el libro y mostrar esa evolución que ocurre con los personajes capítulo a capítulo, pues un tomo compone una temporada habitualmente (aunque ha habido volúmenes que se dividen en dos temporadas), tiempo suficiente para que los guionista puedan narrar todo a detalle y, de esa manera, las acciones llevadas a cabo por los personajes así como ciertos acontecimientos se perciban razonables de acuerdo al modo en el que se despliega la historia.
Así mismo, el hecho de que el show sea transmitido en un canal tan poco conservador como es HBO, permite mostrar polémicos pasajes del libro sin censura alguna, situación que padecen algunas adaptaciones al momento de ser traducidas a la pantalla grande por el temor de las repercusiones que pudiera traer esto en taquilla (además de querer esquivar la clasificación R). Juego de Tronos no tiene inconveniente alguno en mostrar fuertes secuencias de violencia o sexo que logran reforzar la identidad que posee la novela, cuando probablemente en una adaptación al cine esto se perdería.
Y si los vampiros gozaron de una muy buena ráfaga de popularidad en cine con las adaptaciones de la sagaCrepúsculo, o las diferentes adaptaciones de la novela Drácula, de Bram Stocker ; la televisión también ha sabido aprovechar el boom de dichos filmes para situar a estos sombríos seres en el centro de los reflectores del rating, adaptando dos novelas que sin alcanzar las cotas de popularidad de los libros de Setphanie Meyer, también cuentan con fieles seguidores. Se trata de The vampire diaries y True Blood.
La primera se trata de una serie basada en la saga del mismo nombre, dirigida principalmente para el público adolescente. Debido a la cantidad de sucesos que tienen lugar en cada uno de los tomos, una adaptación al cine se hubiera antojado como complicada, pues la trama entremezcla presente y pasado, por lo que en una versión cinematográfica se hubieran sacrificado varios detalles imprescindibles que ocurren en el tiempo pasado.
La segunda serie es más dirigida al público adulto; es en realidad una muy libre adaptación de la saga compuesta por 13 libros: The Southern Vampire Mysteries. El caso de True Blood podría ser más bien un ejemplo de cuando los creadores del show sólo toman la base del argumento y los personajes principales para trazar una historia diferente, ya que varios personajes secundarios y tramas son creación de los guionistas de la serie, por lo que al momento de adaptar las novelas se realizan diversas modificaciones con las que se altera el sentido de la original historia, hay quienes incluso afirman que la serie es más rica en matices que los propios libros. Curiosamente no es la primera vez que HBO (canal en el que se produce True Blood) hace una libre adaptación de un libro, pues la exitosa serie Sex and the City es una libre adaptación de la novela del mismo nombre.
Hubo productores un poco más ambiciosos que se dispusieron adaptar uno de los más destacados best sellers de Ken Follet: Los Pilares de la Tierra. Las más de mil 300 páginas que componen la novela hubieran sido imposibles de ajustar en los lapsos de la pantalla grande, y aun así fue un reto adaptar tan extenso libro, pues fue escrita para una miniserie de 8 capítulos, dejando fuera importantes pasajes y subtramas del texto original, cuando quizás una novela de ese calibre sólo hubiera podido ser adaptada fielmente en una serie de al menos tres temporadas.
Otra extensa novela que fue trasladada al formato de mini serie fue Mildred Pierce, que ya había gozado de una adaptación al cine con el papel principal a cargo de Joan Crawford (papel que le valió el Oscar) y que en la TV fue interpretada por Kate Winslet, aprovechando la posibilidad de desarrollar la historia en varios capítulos para mostrar la evolución y todas las facetas por las que atraviesa tal personaje.
Aunque muchos quizá no lo sepan, uno de los asesinos consentidos de la televisión nació originalmente en una saga de libros. Nos referimos a Dexter Morgan, personaje proveniente de la saga literaria Darkly Dreaming Dexter. Con Dexter terminó sucediendo lo mismo que en series como True Blood, pues aunque su primera temporada estuvo fielmente basada en su materia prima, las siguientes temporadas siguieron caminos diferentes de las novelas, sólo utilizando algunas líneas argumentales para nutrir las tramas de la serie.
La nueva sensación de Netflix, Orange is the New Black, nació a partir de un libro llamado Orange is the New Black: Crónica de mi primer año en una prisión federal de mujeres, una autobiografía escrita por Piper Kerman. La novedad de esta serie es que arriesga en adaptar una autobiografía, un ejercicio poco común en series de TV, además de contar con la colaboración de la autora del texto para la realización de dicho programa, quien no se opuso a teñir una historia dramática con tintes cómicos.
El espíritu de un texto con la naturaleza de Orange is the New Black no podría haber encontrado una justa adaptación en el cine, pues además de ser una historia coral que sigue una rica variedad de líneas argumentales, las evoluciones de los personajes son el motor de dicha historia y es a partir de distintas situaciones desarrolladas en varios capítulos en los que podemos apreciar la cantidad de matices que desprenden cada uno de los personajes.
Volviendo con adaptaciones de Stephen King, algunas de sus novelas se han adaptado con éxito en la pantalla chica. La serie Under the Dome ha sido halagada por captar ese tono in crescendo por el que tanto se caracteriza la novela, un efecto muy difícil de conseguir en el cine dado que la historia narra el deterioro de una sociedad que queda atrapada bajo un domo; y somos testigos cómo tal comunidad transita de un estado de derecho a un estado natural en el que el “más fuerte” tiene la última palabra.
Aunque muchos quizá no lo sepan, uno de los asesinos consentidos de la televisión nació originalmente en una saga de libros. Nos referimos a Dexter Morgan, personaje proveniente de la saga literaria Darkly Dreaming Dexter. Con Dexter terminó sucediendo lo mismo que en series como True Blood, pues aunque su primera temporada estuvo fielmente basada en su materia prima, las siguientes temporadas siguieron caminos diferentes de las novelas, sólo utilizando algunas líneas argumentales para nutrir las tramas de la serie.
La nueva sensación de Netflix, Orange is the New Black, nació a partir de un libro llamado Orange is the New Black: Crónica de mi primer año en una prisión federal de mujeres, una autobiografía escrita por Piper Kerman. La novedad de esta serie es que arriesga en adaptar una autobiografía, un ejercicio poco común en series de TV, además de contar con la colaboración de la autora del texto para la realización de dicho programa, quien no se opuso a teñir una historia dramática con tintes cómicos.
El espíritu de un texto con la naturaleza de Orange is the New Black no podría haber encontrado una justa adaptación en el cine, pues además de ser una historia coral que sigue una rica variedad de líneas argumentales, las evoluciones de los personajes son el motor de dicha historia y es a partir de distintas situaciones desarrolladas en varios capítulos en los que podemos apreciar la cantidad de matices que desprenden cada uno de los personajes.
Volviendo con adaptaciones de Stephen King, algunas de sus novelas se han adaptado con éxito en la pantalla chica. La serie Under the Dome ha sido halagada por captar ese tono in crescendo por el que tanto se caracteriza la novela, un efecto muy difícil de conseguir en el cine dado que la historia narra el deterioro de una sociedad que queda atrapada bajo un domo; y somos testigos cómo tal comunidad transita de un estado de derecho a un estado natural en el que el “más fuerte” tiene la última palabra.
Incluso un clásico de la literatura como lo es Sherlock Holmes posee una interesante adaptación a la pantalla chica, en la que tanto el personaje como los interesantes misterios a los que se enfrenta son traducidos a un contexto actual. El show está tan bien ejecutado que demuestra que incluso un clásico personaje como el de Sir Anthony Conan Doyle puede ser atemporal y que la crítica emitida a partir de la novela puede funcionar perfectamente en la época contemporánea.
La tele española no se quedó atrás y a partir de la conocida novela de María Dueñas-El Tiempo Entre Costuras– lanzó una serie basada en tal novela en la que queda claro que la televisión es el mejor medio para acompañar a un personaje a partir de su odisea y hacerlo cómplice de su aventura, de modo que cada cambio de escena se perciba como el pasar de una página.
Sin que el cine deje de ser una loable vía para adaptar grandes historias que encontraron en la literatura su origen, las series de TV se han convertido en un más que eficiente método para lograr capturar la esencia de dichas historias y hacer viajar a su público al compás de distintos episodios con sus adictivas tramas.
Sin que el cine deje de ser una loable vía para adaptar grandes historias que encontraron en la literatura su origen, las series de TV se han convertido en un más que eficiente método para lograr capturar la esencia de dichas historias y hacer viajar a su público al compás de distintos episodios con sus adictivas tramas.
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