“El Club Dumas” es una de las novelas más fascinantes de su autor, Arturo Pérez Reverte, miembro oficial de la Real Academia de la Lengua Española y uno de los escritores españoles vivos más celebrados de todos los tiempos. Por medio de una pluma ágil y ritmo trepidante, en su libro se nos habla de un oscuro personaje llamado Arístide Torchia, autor e impresor de un tenebroso libro conocido como De Umbrarum Regni Novem Portis (“Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras”).
Dicha obra se dice que fue escrita bajo la supervisión de Satanás en persona. Su fecha de impresión no podría ser más adecuada: 1666. Un año después, Torchia moriría en la hoguera de la Santa Inquisición y el libro correría la misma suerte. Sin embargo, su dueño se las arreglaría para poner a salvo tres ejemplares que circularían a través de los siglos bajo diferentes manos y distintos lugares. “Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras” tiene la capacidad de invocar a Lucifer y lograr que su dueño ostente un poder enorme otorgado por el mismo Príncipe de las Tinieblas.
Éste es uno de los tantos libros pertenecientes al ámbito de la ficción que hacen alusión a los poderes del mal, criaturas abominables y terribles destinos para quien se atreva a abrir sus páginas. En la realidad, los libros malditos también existen… uno de ellos es el temible Codex Gigas, el gran libro atribuido a Satanás.
Su historia inicia en el siglo XIII en lo que actualmente es la República Checa. Un joven monje benedictino perteneciente al monasterio de Podlažice, en Bohemia, fue condenado a morir emparedado tras violar sus votos religiosos. La única opción para salvar su vida fue la de escribir en menos de 24 horas una obra que glorificara al monasterio y contuviera todo el conocimiento del mundo entre sus páginas. Animado, el monje puso manos a la obra y comenzó a escribir una especie de Biblia sobre pieles de animales.
Conforme las horas transcurrían se dio cuenta de que le seria imposible culminar su obra a tiempo, por lo que optó por una fatídica solución: vendería su alma a Satanás para cumplir su misión. El monje recibió la ayuda solicitada y antes de la medianoche su obra estaba terminada. A modo de agradecimiento, el monje estampó en la página 290 la imagen del diablo. Esta seria la prueba de su pacto con el Maligno.
Entre sus páginas se encuentran una versión del Antiguo Testamento, un trabajo del historiador Flavio Josefo; además de remedios para enfermedades peligrosas y conjuros. Algunas de ellas fueron arrancadas con el paso del tiempo, lo que nos hace preguntarnos qué contenían y qué causó su mutilación. ¿Miedo?, ¿deseos de ocultar una información comprometedora?
Una serie de curiosidades envuelven este peculiar libro: las investigaciones que se le han practicado señalan la imposibilidad de que una sola persona haya escrito en 24 horas una obra tan sofisticada (tiene un total de 624 páginas, diversas ilustraciones y un contenido demasiado complejo, intelectualmente hablando). Además hay que tomar en cuenta el tamaño del libro: 92 x 50,5 x 22 cm, y su peso (72 kilogramos). Para cargarlo y manipularlo se necesitan dos personas. Algunas fuentes mencionan que no es tan descabellado que el libro se haya fabricado con estas dimensiones, ya que los Papas de aquellas épocas ordenaban hacerlo de esa manera como una forma de otorgarle a las Sagradas Escrituras una importancia máxima.
Los expertos calculan que el tiempo empleado para su realización oscila entre los 25 y 30 años. Sin embargo, otras pruebas que se practicaron en la tinta empleada para su escritura revela que la obra se efectuó en un lapso de 24 a 72 horas.
Llama la atención de diversos estudiosos que el tipo de escritura empleada en el Codex Gigas no se encuentra en ningún otro libro de la época. Otro rasgo peculiar es que su autor no da muestras de fatiga en ningún momento, como si cada página hubiera sido escrita de un tirón y sin interrupciones.
Desde su creación, el Codex Gigas ha traído penas a quien lo resguarda. Cuando el misterio de Podlažice comenzó a atravesar una crisis financiera, el libro fue vendido a un monasterio vecino para recaudar fondos. Sin embargo, este lugar pronto comenzó a tener los mimos problemas financieros y se deshicieron del ejemplar. Esta vez pasó a formar parte, en 1594, de la colección de obras esotéricas y ocultistas del emperador alemán Rudolf II. La desgracia no se hizo esperar: este personaje comenzó a caer en una súbita y progresiva locura que le obligó a retirarse de su puesto.
Medio siglo más tarde, durante la Guerra de los 30 años, el ejército sueco extrajo del castillo de Rudolf II el ejemplar y lo llevó a Suecia, país en el que permanece hasta la fecha custodiado por la Biblioteca Nacional de Estocolmo. Puedes echar un vistazo de este peligroso libro desde un sitio perteneciente a la Biblioteca Nacional de Estocolmo
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