CIUDAD DE MÉXICO, 25 de octubre.- Las mujeres leen hoy más que los hombres, revelan investigaciones culturales de diferentes países, afirma el poeta, ensayista y estudioso de los hábitos de la lectura Juan Domingo Argüelles.
“Pero no porque no tengan nada qué hacer, como suele decirse para restar importancia a sus capacidades, sino porque leen más a pesar de tener menos tiempo disponible y a pesar, también, de que las dos terceras partes del analfabetismo mundial están representadas por mujeres”, agrega.
Según datos de algunos estudios en Francia, añade el también crítico literario y editor, de cada diez lectores de novelas, siete son mujeres. “Han llegado a la conclusión que la lectura de libros, sea en formato digital o en el tradicional, es cada vez más un hábito femenino que masculino. Apuntan que los hombres han ido abandonando cada vez más el libro, mientras que las mujeres nunca lo han dejado”.
Con datos duros, la experta francesa Michèle Petit, aventura que el futuro de los libros depende del futuro de las mujeres, pues “según los resultados de la última encuesta sobre las prácticas culturales de los galos, realizada en 2008, se nota que el abandono del mundo del libro es un fenómeno mayoritariamente masculino”.
Pero esta tendencia no es nueva, aclara Argüelles, ya que “el género burgués por excelencia de la literatura es la novela y quien hizo que escritores como Flaubert, Balzac, Stendhal o Víctor Hugo fueran los grandes vendedores de libros fue el público femenino. En ese entonces, la mujer tenía el tiempo para leer y los hombres creían que leer novela era perder el tiempo”.
Otro estudio efectuado en Inglaterra en 2015 sobre dos mil lectores corrobora estas estadísticas y permitió a los investigadores establecer una tipología. “Los más ávidos de todos son los page turner (gira-páginas), lectores con una verdadera dificultad para despegarse de la trama y resignarse a dejar el libro de lado, aunque sea para dormir. A este grupo, con el mayor índice de lecturas al año, pertenecen 48 por ciento de las mujeres, frente a 26 por ciento de los hombres”.
Esta encuesta confirma que existe la convención en el mundo editorial inglés de que las mujeres son el público crítico, que son las que más leen, más compran y más se influencian mutuamente recomendándose lecturas. Lo que ha hecho concluir al escritor inglés Ian McEwan (1948), según cita el periódico The Guardian, que “Cuando las mujeres paren de leer, la novela habrá muerto”.
España no es la excepción. El Informe Pisa 2015 y el Balance 2009-2014 del Plan de Fomento de la Lectura dan la primacía a las mujeres como lectoras con 59.6 por ciento, frente al 51.4 por ciento de los hombres.
Y, según datos del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), en Brasil, las mujeres leen más que los hombres: ellas un 5.3 libros (3.4 en la escuela y 1.9 fuera de ella) en promedio anual, y ellos un 4.1 libros (3.3 en la escuela y 0.8 fuera de ella).
En el caso mexicano, la Encuesta Nacional de Lectura de 2015, la única realizada hasta ahora, señala que “en la mayor parte de las respuestas no se aprecian diferencias muy marcadas entre las mujeres y los hombres: desde esta perspectiva, el género no parece ser una variable de tanto peso para explicar el comportamiento lector, como lo son la escolaridad, el nivel socioeconómico y la edad”.
Que hablen ellas
Ante la diversidad de cifras arrojadas por estudios en ocasiones parciales y poco actualizados, Juan Domingo Argüelles prefiere darle la voz a las mujeres en su libro más reciente, Lectoras (Ediciones B), “que hablen ellas de por qué y qué leen”.
Quien estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM entrevistó a 15 “lectoras que escriben”, pero que también son “promotoras de la lectura, han dado talleres, han divulgado la literatura, han reflexionado sobre lo que hacen en esta
materia”.
materia”.
Así, Sabina Berman, Margo Glantz, Elena Poniatowska, Dolores Castro, Sara Sefchovich, Beatriz Espejo, Martha Chapa, Carmen Boullosa, Bárbara Jacobs, Ethel Krauze, Mónica Lavín, Silvia Molina, Cristina Rivera Garza, Carmen Villoro y Michèle Petit hablan de cómo se hicieron lectoras, de los libros que marcaron su vida, de cómo conformaron sus bibliotecas.
“Una de las cosas más extraordinarias que muestra este libro es que las mujeres no han distinguido jamás entre literatura femenina y masculina para formarse. Han leído a los grandes autores clásicos, modernos y contemporáneos, y entre ellos a las grandes escritoras; cosa que no ocurre en el caso de los hombres, que han leído poco a las escritoras.
“Y cuando se les pregunta si ven diferencia entre lectoras y lectores, afirman que todos los lectores son diferentes, aunque sean del mismo sexo. Sefchovich dice que la lectura no pasa por el género, sino por la condición social; que cada lector lee desde su perspectiva, sea hombre o mujer, leen de acuerdo a sus prejuicios, a su desarrollo, a sus intereses, lo que interpretan refleja su persona”, explica el promotor de la lectura.
Todas concluyen, según Argüelles, que “la lectura es importante porque es una forma de vida, es parte de su existencia a la que ya no pueden renunciar, es decir, ya no pueden por ningún motivo dejar de leer”.
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