jueves, 23 de marzo de 2017

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Freud llevó a uno de sus mejores amigos a la muerte


El camino de la psicología para llegar hasta lo que es hoy ha sido todo, excepto sencillo. Al tiempo que comparte el mismo derrotero que todas las ciencias cuyo objeto de estudio recae en el ser humano, su andar ha pasado por capítulos oscuros; terrenos sinuosos de acierto y error; experimentación y avance a través de principios inciertos que, sin otro método más que el empírico, se abrieron paso para construir el cuerpo teórico de la actualidad.

Uno de los episodios más polémicos de la psicología ocurrió hace 130 años y fue protagonizado por un personaje tan conocido en la cultura popular, como desconocida es su obra. Se trata de Sigmund Freud, el hombre que dio cuerpo teórico al psicoanálisis y cuya influencia es aún visible en el arte, la filosofía y el pensamiento contemporáneo.



En 1855, dos años después del nacimiento de Freud, la sustancia conocida como coca adquiere una fama descomunal en Europa cuando su ingrediente activo logra ser aislado: se trata del nacimiento de la cocaína, un alcaloide extraído de la planta sudamericana de la coca con potentes efectos mentales y sintomáticos que provocan un subidón en la persona que la ingiere. 

Durante un lapso de treinta años, la cocaína fue analizada por químicos y otros científicos sin un estudio concluyente sobre sus efectos en el cuerpo y la psique humana. En 1880, el fármaco se popularizó en los Estados Unidos y comenzó a producirse artificialmente en un contexto diametralmente opuesto al actual. La droga fue presentada al gran público como una “medicina revolucionaria”, capaz de lidiar contra un sinfín de males, y su uso en alimentos, bebidas, cigarros y otros productos de consumo habitual perduró hasta el primer tercio del siglo XX.



En ese entonces, Freud comienza a experimentar con la sustancia y realiza una serie de investigaciones tratando de demostrar el uso terapéutico de la cocaína. De forma paralela, el oftalmólogo Carl Koller se interesa por el desarrollo freudiano y a través de las investigaciones del austriaco descubre los potentes efectos analgésicos de la cocaína. 

El método de Freud siempre privilegió a un solo individuo como su principal sujeto de prueba: él mismo. Entre 1884 y 1887, el padre del psicoanálisis escribió distintos artículos de investigación sobre la droga, resaltando “Sobre la coca” (1884), un estudio breve donde rastrea la historia de la planta y sus aplicaciones en Perú, su uso en Europa, el efecto de la cocaína en animales y un par de secciones decisivas: “El efecto de la cocaína en un cuerpo humano sano” y “Utilización terapéutica de la coca”.



Con la experiencia de primera mano y una portentosa investigación detrás de sí, Freud intentó ayudar a su amigo y colega Ernst von Fleischl-Marxow, quien sufría de fuertes dolores desde que perdió una buena parte de su dedo pulgar en una disección a un cadáver. El accidente le propició un malestar general casi permanente, que lo orilló a consumir frecuentemente morfina para calmar las dolencias, hasta que se hizo adicto al fármaco.
Ante tal situación, Sigmund decidió poner en práctica el método que él mismo utilizaba, la administración de cocaína como una cura para la adicción de Ernst a la morfina. A pesar de su convencimiento de las potencialidades de esta droga, expresadas tanto en sus estudios como en la correspondencia que compartía con su compañera sentimental, Martha Bernays, el efecto que la cocaína produjo en su amigo sólo lo hundió en una espiral decadente que desencadenó una adicción aún más potente a esta sustancia.



Desolado y lleno de dolor, Fleischl-Marxow se hundió en depresión y pronto abandonó la terapia propuesta por el psicoanalista. Finalmente, Ernst falleció a los 45 años en condiciones deplorables. Freud se enteró de la muerte de su gran amigo en 1891, cuando ya era una figura reconocida en el mundo occidental, y a pesar de que significó un duro golpe en su vida personal que lo sumió en la tristeza durante meses, el austriaco nunca fue capaz de aceptar el fracaso en el intento de terapia, ni siquiera escribir sobre el estudio del caso, mucho menos mencionarlo en público, presumiblemente para evitar afectar su carrera en franco ascenso.

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