martes, 7 de marzo de 2017

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5 libros que invitan a ser leídos, o todo lo contrario

La literatura es un arte que obliga al lector a pactar con el autor e incluso con la propia historia para disfrutar de la lectura. En la mayoría de ocasiones, este pacto se limita a que el lector tome distancia y se sumerja en la ficción considerando como posible todo lo que se le cuenta sin distractores que le puedan sacar de quicio.


En otras ocasiones, los libros se aprovechan de nuestra confianza y nos desafían a formar parte de la historia como si fuésemos testimonios en tiempo real de lo que cuentan. Este juego metaficcional que se establece entre el autor y nosotros, los lectores
Hemos rastreado las bibliotecas en busca de algunos de los libros que nos incitan a formar parte de la ficción invitándonos a leerlos, aunque a veces nos encontramos con todo lo contrario y la lectura supone todo un peligro que vale la pena afrontar.


El gato negro, Edgar Allan Poe (1843)

Una persona que empieza un discurso intentando convencernos que dice la verdad o, mejor todavía, que no está loco, consigue todo lo contrario. Es lo que nos ocurre con el narrador de El gato negro, cuando alude a una serie de hechos extraños y al mismo tiempo “sencillos” y “domésticos”. Lo mejor es cuando menciona la posibilidad de perder la vida, porque entonces el interés está asegurado.
No espero ni remotamente que se conceda el menor crédito a la extraña, aunque familiar historia que voy a relatar. Sería verdaderamente insensato esperarlo cuando mis mismos sentidos rechazan su propio testimonio. No obstante, yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero, por si muero mañana, quiero aliviar hoy mi alma. Me propongo presentar ante el mundo, clara, sucintamente y sin comentarios, una serie de sencillos sucesos domésticos. Por sus consecuencias, estos sucesos me han torturado, me han anonadado. Con todo, sólo trataré de aclararlos.”



David Copperfield, Charles Dickens (1849)

Charles Dickens publicó por entregas un capítulo al mes de la historia, con elementos biográficos, de David Copperfield. Un libro cuyo protagonista nos cuenta su evolución en una sociedad injusta y cruel donde las personas se dividen en tres grupos: los que poseen un corazón disciplinado, los que carecen de éste y los que lo desarrollan con el tiempo.
Si soy yo el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas. Para empezar mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce en punto de la noche. Y, cosa curiosa, el reloj empezó a sonar y yo a gritar simultáneamente.



Huckleberry Finn, Mark Twain (1884)

Un espíritu libre y noble donde la amistad se concibe como un bien inquebrantable y el goce de vivir una juventud eterna sin la rigidez de costumbres que no le han inculcado de niño es lo más característico de Huck, el compañero de aventuras del Tom Sawyer.
En la primera página del libro un misterioso G.G. jefe de artillería nos hace una serie de advertencias por orden del autor:
Quien intente hallar un motivo en esta narrativa, será enjuiciado; quien intentare hallarle moraleja, será desterrado; quien intentare hallarle trama, será pasado por las arma.
Más adelante, el propio Huck hace referencia a otro libro y al propio autor:
No sabréis quién soy yo si no habéis leído un libro titulado Las aventuras de Tom Sawyer, pero no importa. Ese libro lo escribió el señor Mark Twain y contó la verdad, casi siempre. Algunas cosas las exageró, pero casi siempre dijo la verdad.



El Principito, Antoine de Saint-Euxupéry (1943).

La obra más leída y más traducida de la historia de la literatura francesa tiene como protagonista a un joven príncipe llegado de otro planeta y que además de no responder a ninguna pregunta cuestiona los modos de proceder de la tierra representados en un rey egocéntrico, un borracho insatisfecho y un zorro que desea ser amado, entre otros.
A LÉON WERTH
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una excusa seria: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor puede entender todo, hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene mucha necesidad de ser consolada. Si todas estas excusas no son suficientes, quiero dedicar este libro al niño que este señor ha sido. Todas las personas mayores fueron primero niños. (Pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria:
A LÉON WERTH
CUANDO ERA NIÑO



El guardián entre el centeno, J.D. Salinger (1951)

El joven estudiante Holden Caulfield tiene 17 años y posee una capacidad sorprendente para detectar las cualidades más negativas de las personas, como la hipocresía y la superficialidad, hasta que tanta negatividad puede con él. Decidido a acabar con todo, deja la residencia de estudiantes donde se aloja y empieza un peregrinaje por los locales de su ciudad donde el contacto con otras personas le convencen todavía más del cinismo y otros males totalmente intolerables.

 Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso.

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