lunes, 31 de octubre de 2016

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libros para leer antes de los 30 (y conocerte a tiempo)

 Los 30 años son una edad crucial. En realidad todas la son, a su manera, pero los 30 algo tienen de non plus ultra, como si fueran la frontera en que comenzamos a decir adiós a la juventud para instalarnos de plano en la madurez, lo cual también significa recoger los primeros frutos de lo que sembramos, las consecuencias de ciertas decisiones importantes, y también la posibilidad de recomponer y rehacerse en el transcurso del camino mismo.

A continuación compartimos una lista de libros que si bien pueden leerse a cualquier edad consideramos que tocan algunos temas, experiencias y aspectos particularmente sensibles para la década de los 30.
LOS CONTEMPORÁNEOS
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Haruki Murakami

La enorme popularidad de Murakami no es casual: hasta cierto punto consiguió captar el “espíritu” de esta época, la esencia de ciertos aspectos: la soledad contemporánea, la dificultad de la relaciones, la extrañeza del individuo frente al mundo.
Persépolis, Marjane Satrapi

Una mirada al otro radical que sin embargo, cuando se le mira de cerca, no es enteramente extraño.
Nunca me abandones, Kazuo Ishiguro

Una historia de amor e identidad en clave de novela distópica.
Los detectives salvajes, Roberto Bolaño

¿Qué es ser joven en una sociedad en vías de desarrollo? ¿Qué es dejar de serlo y darse cuenta de que las promesas de la edad adolescente poco a poco se convierten en otra cosa con el paso de los años?
Dientes blancos, Zadie Smith
Una historia de amor según sucede (cuando sucede) en medio de muchas de las vicisitudes contemporáneas –porque quizá el gran tema de los 30 años, ya lo descubrirás, es el amor y sus dificultades.
El Buda de los suburbios, Hanif Kureishi

Aunque fue publicada originalmente en 1990 y los hechos narrados pertenecen a los últimos años de la década de 1970 y los primeros de 1980, la novela de Kureishi es otro buen retrato del paso hacia la edad adulta en las circunstancias de nuestro tiempo, que guarda cierta semejanza con el paso del rock psicodélico al new wave en la escena londinense.
La maravillosa vida breve de Óscar Wao, Junot Díaz

¿Es posible, ahora, ser un héroe? ¿Es posible en un país en donde uno es un inmigrante? ¿Es posible con todos los pronósticos en contra?
Verde Shanghai, Cristina Rivera Garza

Una de las formas posibles de ser mujer en el siglo XXI parece contarse mejor cuando a manera de telón de fondo se cuenta la historia de una inmigrante china en el México de la primera mitad del siglo XX.
Desgracia, J. M. Coetzee

Una novela para darse cuenta de hasta dónde la pasión puede ser negatividad pura –a contracorriente del discurso hegemónico, en el que incluso perversiones como el sadomasoquismo de 50 Shades of Grey ocurren en un ambiente controlado, higiénico, de común acuerdo.
Foto: Culturamas
Foto: Culturamas
LOS CLÁSICOS 
El mito de Sísifo, Albert Camus

El libro clave para entender que el absurdo de la vida es, paradójicamente, el punto de inicio para construir el sentido y propósito de la existencia.
Crimen y castigo, Fiódor Dostoievski

Un joven estudiante cree que le espera un destino tan grande como el de Napoleón y Mahoma, pero la realidad de sus condiciones le tiene reservado otro fin.
El principito, Antoine de Saint-Exupéry

Una fábula maravillosa que quizá por el diminutivo de su título creemos que está reservada a los niños; sin embargo, no es así. Con una genialidad bastante singular en la historia de la literatura, Saint-Exupéry escribió una historia que siempre nos enseña algo respecto del momento de vida en que nos encontramos.
El proceso, El castillo; Franz Kafka

Dos historias distintas pero de algún modo gemelas que hacen una metáfora de los mecanismos de la sociedad que el poder necesita para mantenerse funcionando.
El guardián entre el centeno, J. D. Salinger

Uno de los mejores libros para despedir la juventud.
En busca del tiempo perdido, Marcel Proust

Sí, sabemos que es una tarea titánica (la novela consta de siete tomos), pero te aseguramos que los últimos veintitantos son una de las mejores edades para emprender esta lectura. Existencialmente, es una buena forma de comenzar a ver lo que se aproxima: si alguien supo diseccionar la vida secreta de las emociones, ese fue Marcel Proust.
El gran Gatsby, Francis Scott Fitzgerald

Un relato breve que revela más de lo que dice sobre la transformación del amor una vez que los desenfrenos de los años jóvenes han pasado.
Walden, o la vida en los bosques, Henry David Thoreau

Aunque parece improbable que este libro empuje a alguien a dejarlo todo para vivir en los bosques (como hizo el autor), creemos que al menos sí servirá para mostrar la posibilidad de otra forma de vida, al margen de los imperativos sociales.
Hamlet, Otelo, El rey Lear, William Shakespeare

Los 20 son una gran época para leer las tragedias más importantes de Shakespeare. Algunos encontrarán ahí ciertas respuestas, otros muchas preguntas.
Poesía del Siglo de Oro

Descubrir la poesía del Siglo de Oro en esta edad es reconocer la grandeza y amplias posibilidades de nuestro idioma. Con Quevedo se aprende que el español sirve para hablar elevadamente del amor, y también de la mierda; con Góngora, que el nuestro puede ser un idioma en el límite de lo indescifrable; con Sor Juana, que con las palabras es posible construir laberintos; con Garcilaso, que contamos con un lenguaje luminoso, límpido.
Piedra de sol, Octavio Paz

Una especie de vuelta al mundo: en este poema, Paz recorre temas como el amor, la fraternidad, las formas (y prohibiciones) del erotismo, y la vida misma. Al respecto recomendamos este podcast en que Eduardo Casar (poeta él mismo y profesor universitario) explica tanto “Piedra de sol” como “Muerte sin fin”, de José Gorostiza, ambos poemas de largo aliento.
Lolita, Vladimir Nabokov

Un libro que admite muchas lecturas, pero que quizá tiene como principal tema el hecho de que el deseo es así: eventualmente emerge, sin importar las trabas que lo contienen.

1 comentario:

  1. Sin que la pretensión de mi comentario tienda hacia la crítica negativa, específicamente porque carezco de aval académico bastante para tal objetivo, considero que el orden en el cual se alude a las obras de referencia debería comunicarse en sentido inverso. Me explicaré: Es menester la experiencia que se adquiere leyendo primero a los clásicos, (que en vuestro listado se ubican en la postrera posición), para comprender mejor a los «modernos», por llamarles de alguna manera, quizás eufemística, que aparecen en los primeros sitios. Baste y sirva de ejemplo la indudable calidad de Murakami para ilustrar lo antedicho. A título de nota al margen respecto a éste ilustre escritor nipón, me inquieta el porqué (injustamente), no ha sido galardonado con el Nobel de literatura, en virtud de su irrefragablemente ostensible mérito que para ello manifiestan sus obras.
    Tómese este mi comentario como una personal perspectiva, matizada tal vez por un poco imparcial concepto alusivo a la buena lectura que generosamente han propuesto, motivo más que suficiente de reconocimiento
    Por la deferencia que tengáis a bien prestar a mi opinión, adelanto un sincero agradecimiento.
    Ω

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