1. Nunca tienes libros suficientes
niños de la clase de mi hija y yo, como siempre, propuse regalarles
un libro. Una madre dijo que su hijo “ya tenía muchos”. Yo tuve que
aguantarme la risa.
Una persona que ame la lectura de verdad NUNCA tiene libros suficientes.
Siempre quiere más. Siempre ha salido algo, te han recomendado algo,
necesitas algo. Porque releer está muy bien (y la gente muy lectora lo
hace, sobre todo por necesidad) pero el placer de enfrentarse a lo
desconocido, a viajar a mundos donde no has estado, a historias que no
te han contado todavía… a veces es indescriptible.
2. El lector elige en función de su estado de ánimo

¿Quién no ha manchado un libro alguna vez con sus lágrimas?
Los lectores somos personas. Unas veces estás bien, otras veces estás
mal. Algunas veces lees en la tranquilidad de tu casa y otras veces
lees rodeada de niños, en el tren, o en la piscina. Francamente,
hay que saber elegir qué queremos leer en cada momento. Es absurdo ponernos a leer filosofía existencialista cuando sabemos que nos van a interrumpir cada dos minutos, por ejemplo.
Hay quien cuando está deprimido prefiere leer cosas tristes para
regodearse todavía más en su dolor (a veces la lectura con hipo de tanto
llorar es muy depurativa) y quien sólo quiere novelas insustanciales o
cosas alegres para animarse. En general el que lee mucho suele ser
bastante omnívoro y no se limita a elegir el mismo plato del menú.
3. Las librerías son los parques temáticos de la gente lectora

“No gracias, sólo estoy mirando” JA. Sabes que te vas a gastar lo que tienes y lo que no.
¿Sabéis la cara que se les pone a los niños cuando los lleváis a las ferias o a un parque temático? ¿Esa cara de
emoción infinita?
Pues lleva a un lector a un sitio donde vendan libros y le verás
experimentar lo mismo. Tú prueba a soltar a una persona que ame la
lectura de verdad con una visa en la mano en una librería, en la feria
del libro, en internet. Dile que tiene crédito ilimitado y si no llorar
ni bien ni mal.
La gente lectora suele ser compradora compulsiva. Es
cierto que algunos se resisten y van a las bibliotecas, pero la mayoría
tenemos un sentimiento de posesión con los libros. Puede que algunos de
los libros los quieras leer y ya, pero otros los QUIERES tener. Y
tenemos poquita voluntad. Tú te propones no gastarte más los cuartos
(los que tienes y los que no), pero es recomendarte alguien un libro con
fervor, encontrar una super ganga o encontrarte aburrida en la sala de
espera de una estación de tren y todos los argumentos racionales se van a
tomar por saco.
Yo estoy por pedir que mi sueldo me lo ingresen en
Amazon directamente y así nos ahorramos complicaciones…
4. Aunque a veces nos rindamos al lector electrónico reconocemos que un libro en papel tiene más encanto

Andar con un libro en la mano es más fácil, eso sí, si es electrónico
No seré yo la que niegue las virtudes del libro electrónico. Yo tengo
uno y lo utilizo mucho porque sí que es verdad que fue un momento en
que mi marido me hizo ver que o dejaba de comprar como si no hubiese un
mañana o nos tendríamos que acabar mudando. Conozco una persona que
tenía un piso sólo para los libros (basado en hechos reales). Los libros
electrónicos son fantásticos y nos solucionan la vida mucho.
Pero ningún lector de verdad
niega que el encanto de un libro de-los-de-toda-la-vida-de-dios está
ahí. Los libros de papel huelen diferente, se pueden anotar, tienen
esquinas, portadas más o menos llamativas, contraportadas, se pueden
dedicar. Y ya no hablamos de los libros ilustrados o de los pop-up de
los niños, que eso es directamente irrepetible ¿Son menos prácticos? Es
cierto, pero no siempre se vive de las cosas prácticas. En mi casa me
temo que siempre convivirán los dos…
5. De vez en cuando hay que releer

Leo y leo a ver si adivino cómo dominar el mundo
Hay veces que hay que releer porque sencillamente no tienes otro
libro (aunque esto es como cuando abres el armario y exclamas ¡no tengo
qué ponerme!… no tener otro libro no siempre quiere decir que
LITERALMENTE no tengas otro libro sin leer). Y otras veces es por gusto.
Hay libros que nos gustan tanto que acudimos a ellos recurrentemente a
lo largo de nuestra vida.
Siempre que los leemos nos dicen algo nuevo.
No es lo mismo leer un libro con ocho que con dieciocho. Las cosas que
nos dice son diferentes. Hay libros que leímos demasiado tarde y otros
que leímos demasiado pronto. Un buen libro te habla y a veces quieres
que crezca contigo
Releer a veces es una obligación pero otras
es todo un placer.
6. El lector siempre tiene su propio criterio

Vaya pestiñaco. Mira que el Señor Darcy me dijo que era la leche pero… no.
Los lectores sabemos que no hay libros buenos y malos por lo general,
sino momentos y personas adecuadas para leerlos. No le tengo yo
especial estima a
50 sombras de Grey
pero si ha conseguido que un montón de gente lea para mí está bien. No
me voy a poner exquisita ni creo tener derecho a ser una snob que juzgue
lo que los demás leen.
A mí me gusta leer lo que me gusta leer. Y me da igual que me digan
que es bueno, malo o regular, si me gusta me gusta y si me parece
aburrido o un truño, pues ya está. Es mi criterio. Me da lo mismo que al
vecino le guste o a toda mi comunidad de vecinos. Hay cosas que me
gustan que las cuento y la gente arruga la nariz (sí,
me gusta la chick-lit)
y otras que no le gustan a nadie y a mí sí. Los libros nos hablan. Unos
lo hacen, y otros no. ¿Por qué nos tiene que gustar a todos lo mismo?
Eso sí, yo
intento dejarme aconsejar por quien sé que tiene un criterio parecido al mío
y que solemos coincidir. ¿Qué sentido tiene que me guíe por lo que
dice, digamos, Juan Manuel de Prada al que odio leer porque me cuesta
tres minutos pasar de cada línea?
7. Los lectores estamos llenos de manías

Yo tengo lo mío, no te creas
Hay quien lee antes de dormir. Quien prefiere hacerlo tumbada.
Sentada. De pie. Quien lee primero la contraportada. Quien dobla las
esquinas. Quien subraya. Quien deja notas. Quien intenta no dañar el
lomo. Quien tiene una colección de marcapáginas.
¡Me encantan las manías de los lectores!
8. Si no has dejado de dormir una noche por leer no eres lector

Sólo una más, porfaaaaa
Yo creo que nos gusta tanto leer porque nos lleva a mundos que no
conocemos. Cuando éramos niños corríamos aventuras, conocíamos a gente
interesante, hacíamos hablar a los animales. Con los años somos quienes
no somos, tenemos profesiones que no podríamos ni soñar, nos
enfrentaríamos a desafíos impensables. Cuando una persona muy lectora
lee se olvida del reloj y no encuentra nunca el momento para apagar la
luz. Quien no haya robado horas al sueño para hacer como Bastian en la
Historia Interminable y
acabar un libro porque sí, porque simplemente aunque quieres no puedes dejarlo… no es un lector de verdad.
9. Un gran lector siente sudores fríos cuando tiene que hacer una lista con sus libros favoritos

¿Y cuál dejo fuera, por Tutatis?
Si tú quieres ver a un lector implosionar,
hazle decidir la lista de sus libros favoritos.
Y si quieres matarlo lentamente dile que te elija tres en lugar de
diez. Verás como empieza a ponerse enfermo en ese preciso momento “¿y
cuál elijo?” – estará pensando – “y sobre todo ¿cómo voy a dejar el
libro
patatito con lo que me gustó? Pero es que ya tengo equis y no me caben más.”
Como tortura macarra no tiene precio.
10. El que dijo eso de “El saber no ocupa lugar” MENTíA COMO UN BELLACO

Que no ocupa lugar, dice…
¿Cómo que no ocupa lugar?
¿CÓMO QUE NO OCUPA? ¡Que se vengan a mi casa y les digo yo si ocupa!