miércoles, 29 de marzo de 2017

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La aterradora historia que dio origen a la leyenda de las brujas de Salem

Cuando los colonos ingleses recién llegaron al nuevo territorio de los Estados Unidos, establecieron en 1641 un código de leyes para regir sus vidas: el crimen más severo en castigarse era la idolatría; el segundo de ellos la brujería, la cual estaba penada con la muerte para quien la practicara.

La primera persona en haber confesado tener pactos con Satanás fue una sirvienta del estado de Connecticut. Afirmó haber hecho una oración para que el Maligno la ayudara a realizar sus tareas domésticas. El caso no tuvo gran repercusión y la mujer no fue acusada.
En 1668, cuatro niños de una familia acaudalada comenzaron a comportarse de manera por demás extravagante: maullaban como gatos, ladraban como perros, tenían la capacidad de volar como gansos. Cuando los niños leían sus textos bíblicos o acudían a misa, su comportamiento se trastocaba en actos violentos. Por otro lado, la hermana mayor de 13 años, Martha, se quedaba estática mientras el resto de la familia rezaba con fervor. Esto motivó que sus padres creyeran que ella y sus hermanos estaban bajo el poder de algún ente diabólico.

Un conocido de la familia, que ejercía de ministro en Boston, se llevó a Martha a su hogar para observarla y determinar la causa de su extraño comportamiento. Después de algunos días de observación, y al ver que la niña no podía llevar a cabo sus oraciones de manera fluida, determinó que era una bruja y la sentenció a morir colgada en la horca en noviembre de 1668. Eran tiempos en que la ignorancia estaba por encima de la razón y el fanatismo cegaba la percepción objetiva de la realidad.
La historia oficial de las llamadas “Brujas de Salem” empezó con una serie de ataques de tipo epiléptico, desmayos, piquetes y mordidas inexplicables, y comportamientos agresivos de las niñas Betty y Abigail Williams, hija y sobrina respectivamente de Samuel Parris, ministro de la villa de Danvers, parroquia de Salem, Nueva Inglaterra. Cuando se interrogó a las niñas acerca de lo anterior, ambas coincidieron en que sintieron la presencia de un extraño ente inhumano e invisible que las acechaba.
-Estas niñas han sido víctimas de hechos diabólicos- afirmaron asustados, los médicos y autoridades del lugar. Después les preguntaron a las niñas si sospechaban sobre algo o alguien que pudiera haber sido el causante de sus malestares. Las chiquillas, después de intercambiar algunas miradas y cuchichear entre sí afirmaron:
-Esto ha sido obra de nuestra nana Tituba.
Tituba era una esclava de Barbados que cuidaba de las niñas. En reiteradas ocasiones, antes de que Betty y Abigail se fueran a la cama, les había contado historias relacionadas al vudú, magia negra y seres sobrenaturales que proliferaban en su país de origen. Las niñas eran propensas a fantasear acerca de ello y se les hizo una salida fácil culpar de sus malestares a la inocente mujer.


Así como su imaginación y nerviosismo les dio para culpar a su nana, también mencionaron los nombres de otras dos mujeres: el de la pordiosera Sarah Good y la polémica libertina Sarah Osburn.
Un tribunal fue en busca de las tres mujeres y las llevó hasta sus oficinas para interrogarlas.
-Aquella que no confiese sus pecados y sus pactos con Satanás, morirá en la horca- mencionó uno de los jueces.
Tituba se llenó de horror ante la posibilidad de morir asfixiada y, contra su voluntad, confesó que había visto al diablo en persona y que, en efecto, sostenía pactos con él. La audiencia se llenó de asombro y un cuchicheo morboso llenó las paredes del lugar.
En cambio, las dos Sarahs negaron absolutamente cualquier relación con hechos diabólicos. Los jueces no se tentaron el corazón: mandaron encarcelar a las tres mujeres sin sentir compasión ante sus terribles súplicas. La noticia comenzó a regarse como la pólvora por todo Salem: habían descubierto a tres brujas. Una ola de pánico sacudió a otras niñas que, al igual que Betty y Abigail, comenzaron extrañamente a padecer los mismos síntomas que ellas.


Médicos y autoridades también se dieron a la tarea de interrogar a las infantes que manifestaban tan extraños comportamientos. Al igual que hicieran Abigail y Betty, las niñas señalaron a otras mujeres como las causantes de sus males debido a su condición de brujas.
La situación cobró tales dimensiones que se decidió crear un tribunal en Boston para tratar el tema de las brujas. Así comenzó una cacería que se basaba en los testimonios de las niñas y en la búsqueda de detalles físicos francamente ridículos para encontrar supuestas brujas: lunares, cicatrices o vello. El 27 de mayo, el gobernador de Massachussetts, Sir William Phits, estableció una corte especial para los casos de brujería y sentenció a la primera bruja a morir colgada el 10 de junio.


Entre los mismos familiares comenzaron a denunciarse mutuamente: los esposos se acusaban entre sí, los hijos acusaban a sus padres y éstos a primos o hermanos, en una cadena de histeria como pocas veces se ha visto en la historia mundial. La euforia y el miedo eran tales que también hubo hombres que recibieron acusaciones de brujería.
Por medio de crueles torturas, los detenidos eran obligados a confesar su afiliación a prácticas de brujería y magia negra, en una de las muestras de abuso de poder más célebres y lamentables de la historia. Los procesos y los interrogatorios basados en mentiras e injusticias siguieron a lo largo de varios meses, lo cual causó que muchas familias fueran destruidas, que cientos de niños quedaran huérfanos y que los campos de cultivo se perdieran debido a la falta de atención.  
Se calcula que entre 144 y 185 mujeres y hombres fueron acusados durante los meses en que ocurrió este terrorífico hecho. La persona más joven en ser acusada de brujería fue un infante de cinco años. Los juicios culminaron en mayo de 1693.


El puritanismo tan riguroso de los colonos de Nueva Inglaterra fue una de las causas por las que esta historia pudo esparcirse con tanta facilidad en las mentes asustadas de los habitantes de aquella época. Tenían creencias tan profundas en comenzar una nueva sociedad perfectamente creyente y devota que los relatos del demonio eran como leña seca cerca del fuego: a la menor provocación ardían en nervios y predisposición por combatir lo que creían maligno guiados por la fuerza de su dios.
Los colonos que habían llegado desde Inglaterra a poblar un territorio desconocido y vasto se enfrentaron a todo tipo de leyendas fantásticas debido a su franca ignorancia. Además, la ciencia se encontraba en una etapa en la que aún no explotaba para llenar de luz las mentes del pueblo. El miedo era fácil de transmitir entre las mentes iletradas de personas que comenzaron a crear una historia de perversa irrealidad que simplemente se salió de las majos de autoridades y civiles.


Es muy probable que los supuestos ataques de las niñas Betty y Abigail Williams se trataran de razones psicológicas o simples caprichos infantiles. Varios estudiosos del tema han lazando una nueva hipótesis para explicar esta ola de histeria de supuesta brujería y avistamientos de entes diabólicos: se sospecha que entre la población de aquellos tiempos se propagó una epidemia de ergotismo, causada por una intoxicación provocada por el hongo del pan de centeno, conocido como cornezuelo, el cual contiene agentes químicos parecidos al LSD, una de las grandes drogas alucinógenas de la historia.
La historia de las brujas de Salem ha tenido mucha repercusión a lo largo del tiempo, inspirando desde películas hasta obras de teatro: El músico y cineasta Rob Zombie filmó una cinta llamada “The lords of Salem” en 2013. El escritor Arthur Miller compuso en 1952 una obra de teatro inspirada en este acontecimiento titulada “The Crucible”. Esta obra fue llevada al cine en 1996 en una historia protagonizada por la actriz Winona Ryder.

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