martes, 11 de octubre de 2016

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manías de 10 grandes escritores que no conocías





1. F. Scott Fitzgerald trasnochaba la mayoría de las veces para escribir, cuando no recorría los cafés de Paris. Su verdadera escritura tenía lugar en breves raptos de actividad concentradahasta el punto de llegar a escribir 8.000 palabras del tirón. También utilizaba la ginebra como estímulo creativo.


2. Arthur Miller confesó no tener rutina para escribir. Después de escribir en su estudio cada mañana se dedicaba a romperlo todoLo que sobrevivía a la destrucción era el material que él usaba para sus obras.


3. Haruki Murakami se despierta a las cuatro de la mañana y trabaja de cinco a seis horas seguidas cuando está escribiendo un libro. Durante el resto del día se dedica a leer, nadar, correr y escuchar música. El único problema es que para ello debe renunciar a la vida social. Todo un ejemplo de disciplina.


4. Henry James tuvo que dejar su pluma en los últimos años debido a un dolor de muñeca. A partir de entonces, un secretario escribía sus textos dictados diariamente.


5. James Joyce solía levantarse entrada la mañana y escribía por la tarde, ya que según él era cuando la mente está en su mejor momento. Pasaba las noches en cafés o restaurantes y con frecuencia amanecía cantando viejas canciones irlandesas en el bar. Calculó haber pasado casi 20.000 horas escribiendo Ulises.


6. Martin Amis cumple con horario de oficina para escribir, incluso escribe en una oficina, aunque solo dedica una parte de ese tiempo a escribir.


7. Truman Capote escribía cuatro horas al día y hacía dos versiones manuscritas a lápizantes de mecanografiar una copia definitiva, pues era muy supersticioso. Otras supersticiones eran: escribir en la cama, no dejar más de tres colillas en el mismo cenicero (llenando sus bolsillos con las colillas de más) y sumaba números en su cabeza de forma compulsiva.


8. Philip Roth confesaba en 1987 escribir no es un trabajo duro, es una pesadilla. En 1972 se mudó a una casa del s. XVIII en una parcela rural en Connecticut. Usaba como estudio una antigua cabaña de huéspedes.


9. Alice Munro, premio Nobel de Literatura, en los años 50 era madre y ama de casa, y aprovechaba los ratos libres para escribir en su habitación.


10. Jonathan Franzen se encerraba en su estudio de Harlem con las luces apagadas y las persianas bajadas, sentado frente al ordenador, con orejeras y tapones para los oídos y los ojos vendados, mientras trabajaba en Las correcciones en 2001. Tardó cuatro años en terminar la novela.

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