Una vez dijo que la razón por la que Apple era capaz de crear productos como los iPad era poque siempre había intentado estar en la intersección entre la tecnología y el arte. El cofundador de Apple, Steve Jobs, se pasó toda su vida aprendiendo muchas cosas de la vida personal y empresarial con los libros. Estos fueron los que tuvieron una mayor influencia en Jobs, según el portal Business Insider.
Jobs comenzó a leerse "El rey Lear", de Shakespeare, cuando estaba terminando el instituto. Esta obra de teatro cuenta la historia de una monarquía que se vuelve loca intentando dividir su reinado.
Otro clásico de la literatura es "Moby Dick", de Herman Melville. Esta historia de una embarcación que intenta capturar una ballena blanca era una de las favoritas de Jobs. En su iografía escrita por Walter Isaacson, este identifica a Jobs con el Capitán Ahab, un personaje que ha sido clave en la historia de la literatura.
"The Collected Poems of Dylan Thomas" es una recopilación de poemas de Thomas que, según el escritor Daniel Smith en su "How to think like Jobs", lo llevó a buscar ese tacto popular que tenía el fundador de Apple. El poema "Do not go gentle into that good night" fue uno de los favirotos de Jobs.
Jobs describía el libro "Aquí ahora" de Ram Dass como profundo. Leyó esta guía de meditación en su primer año de Universidad y admitió que le había transformado a él y a muchos de sus amigos.
Otro libro que también leyó en su primer año de Universidad fue "Diet for a small planet", de Frances Moore Lappe. Este libro trata acerca de una dieta vegetariana rica en proteínas. Fue en ese momento en el que Jobs decició retirar la carne de su dieta.
El gurú indio Paramahansa Yoganda escribió la "Autobiografía de un yogui", libro que comenzó a leer Jobs en el instituto y luego retomó cuando estuvo en las colinas a los pies del Himalaya. Desde entonces lo estuvo releyendo todos los años.
En los años 70, Jobs atendió a las clases del monje japonés Shunryu Suzuki, lo que le llevó a leer su libro, "Zen Mind, Beginner´s Minds". Jobs se sintió muy influenciado por la cultura Zen desde entonces.
"El dilema del innovador", por Clayton M.Christensen, le enseñó a Jobs cómo no quedarse atrás en el mundo empresarial. Según Clayton Christensen, el dilema del innovador significa que cuando alguien inventa algo es normalmente uno de los últimos en ver algo más allá, cosa que Jobs quiso evitar y lo consiguió.
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