Aprende a leer más rápido de forma sencilla
Adquirir velocidad de lectura nos supondrá estudiar en la mitad de tiempo, ¿tentador, eh?
Indiscutible utilidad
Durante la carrera hay tantos textos que leer, libros recomendados, apuntes propios y apuntes que da el profesor, que a veces parece que no hay tiempo para todo. Por eso, entrenar nuestra velocidad de lectura nos va a resultar esencial para sacar la carrera sin agobios. Ahora que ya hemos mejorado nuestra comprensión lectora, toca ganar velocidad. Leer más rápido no solo nos ahorrará un montón de tiempo sino que, además, nos va a ayudar a concentrarnos y a comprender y memorizar mejor lo leído. Conseguirlo no es difícil, pero requiere quiere de cierta disciplina y tiempo para trabajar una serie de ejercicios: si practicamos 20 minutos al día, triplicaremos nuestra velocidad de lectura en solo dos meses.
Medir la velocidad
Lo primero que necesitamos saber es nuestra velocidad de lectura antes de empezar con los ejercicios. Así podremos ir calculando nuestros progresos según vayamos entrenando. La forma más sencilla es abrir un texto en el ordenador con un procesador, como el Word, que nos diga cuántas palabras hay. Luego, con el cronómetro del móvil, calculamos un minuto y leemos a velocidad normal y tratando de entender. Cuando pite el cronómetro, solo tenemos que parar y ver cuántas palabras hemos leído. No hay que esforzarse por ir más rápido ni hay que leer por encima. Se trata de hacer un cálculo realista de nuestra velocidad, no de ganarnos a nosotros mismos. Los adultos leemos a una velocidad media de 250 palabras por minuto, pero si a la primera no llegamos, no hay que desesperar, enseguida le cogeremos el tranquillo.
Enseñanza inacabada
Nos enseñaron a leer como se debe: letra a letra y después palabra a palabra. Pero olvidaron la última fase. Resulta que leer cada palabra es agotador y terminamos despistándonos porque nuestros pensamientos van muchísimo más rápido que nuestra lectura y se nos va el santo al cielo. A todos nos ha pasado eso de ponernos a leer y, tras varias líneas, darnos cuenta de que no nos hemos enterado de nada. Por esto, lo primero que tenemos que hacer es dar el siguiente paso y leer por grupos de palabras. De un solo golpe de vista hay que abarcar cuatro o cinco palabras y no ir descifrando una a una. Si al principio nos cuesta un poco más enterarnos, pronto veremos que comprendemos el texto perfectamente.
Nada de mover los labios
Cuando leemos no debemos nunca mover los labios ni murmurar. Lo que sí tenemos que hacer como ejercicio es, durante unos 5 minutos, ir apuntando con el dedo los grupos de palabras que vayamos leyendo. El dedo debe apuntar, no subrayar, por lo que solo señala a saltos de vista.
Ampliando grupos de palabras
Según vayamos practicando lo de leer por conjuntos, hay que ir ampliándolos, entrenando nuestra visión periférica. Para eso, podemos practicar fijando la vista en la punta de un bolígrafo que apoyemos sobre el texto y tratando de leer las palabras que lo rodean. Cuantas más abarquemos sin mover los ojos, mejor. Entrenar la visión periférica hará mucho más fácil el adquirir velocidad, pero además evitará que se nos canse tanto la vista y los molestos dolores de cabeza asociados al cansancio visual.
Tras una semana de práctica, volvamos a medir nuestra velocidad. ¿A que los resultados son asombrosos?
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